Puede que la situación se repita en otros centros educativos, pero lo que sucede en el entorno de los colegios Arealonga, Vagalume y A Lomba, en Vilagarcía, se antoja especialmente llamativo. Cada día, tanto a la entrada como a la salida del cole, el lugar se convierte en un caos viario que no solo provoca importantes retenciones y desespera a no pocos automovilistas, sino que pone en peligro a los niños.

Vehículos estacionados en la parada del autobús, sobre los pasos de peatones o en las aceras, furgonetas aparcadas en doble, y a veces triple fila, que impiden el paso del bus escolar, residentes que no pueden acceder a sus propiedades porque el vado que pagan al Concello no sirve de nada y la entrada está siempre ocupada por alguien que no respeta las señales y quiere aparcar lo más cerca posible de la puerta del recinto para recoger a su hijo.

Algunos incluso lo toman tan a costumbre que aunque al llegar tengan un hueco para estacionar ya ni se preocupan y lo hacen directamente encima del paso de cebra que invaden a diario, como si de una reserva privada se tratara. Esta es la imagen que se repite a diario en esta zona escolar vilagarciana donde cada uno aparca donde puede, o mejor dicho, donde le viene en gana.