El cura párroco de Santa Mariña Dozo cumple el próximo 23 de octubre sus Bodas de Oro sacerdotales. Los vecinos de la parroquia cambadesa le han organizado un homenaje, que será a las 20,30 horas, la misma hora en que José Aldao ofició su primera misa en Cambados. Aldao describe su perspectiva y sus sensaciones sobre la evolución de la sociedad y las transformaciones que ha vivido su entorno durante este medio siglo que se ha convertido en un motivo de celebración, y garantiza a los asistentes un cúmulo de emociones.
-Después de cinco décadas en contacto con la sociedad cambadesa, ¿qué cambios le han llamado más la atención de entre aquellos que se han experimentado en el entorno donde usted ha desarrollado su labor?
-La forma de trabajo ha vivido grandes transformaciones. El mundo del mar estaba antes muy presente, y los barcos de ahora no tienen nada que ver. La economía se centraba en las fábricas de conserva, las depuradoras, las bateas... El ambiente rural también ha sufrido muchos cambios. Ahora son las cooperativas las que trabajan con la producción de vino, y el albariño, cuya cosecha era prácticamente casera, tiene una proyección internacional, lo que se traduce en una fuente de ingresos y de trabajo. La cantidad de escuelas y el acceso, tan extendido, a los estudios universitarios, son otras modificaciones significativas. El problema es que la cultura, que ahora está a disposición de cualquiera, se puede aprovechar y utilizar de muchas maneras distintas y con finalidades muy diferentes. Los valores humanos que todos debemos defender y compartir no poseen raíces tan profundas. Eso conlleva, en la sociedad en general, una decadencia moral que se revela a través de caminos inadecuados como la corrupción y la insolidaridad. Frente a ello, hay que mantener el compromiso con otros valores en favor de la convivencia.
-¿Y qué diferencias percibe en usted mismo tras haber desarrollado una trayectoria tan amplia?
-Un sacerdote persigue siempre la misma misión, que consiste en transmitir el mensaje del Evangelio, a pesar de que esto también te traslada a momentos muy distintos. Uno planta esa semilla y desconoce qué va a surgir con el transcurso de los acontecimientos y vivencias personales de cada individuo. En cualquier caso, poseo la misma ilusión que cuando llegué a Cambados. Pero a mi edad, naturalmente, no puedo llevar a cabo una actividad tan intensa.
-¿Cuáles han sido sus mayores satisfacciones?
-Una de mis acciones predilectas está relacionada con la catequesis a niños y jóvenes. Aún así, reconozco que cada vez me resulta más difícil dar respuesta a sus inquietudes y actuar como referente. El mundo hoy en día es tan complejo, tan convulso y cambiante, que no siempre encuentro la forma más acertada de orientar a alguien que madura en esta época. Por otra parte, destacaría la acción de Cáritas, que siempre ha mantenido sus puertas abiertas para todo el que acude a la parroquia buscando comer, dormir, o tal vez simplemente conversar. Y el contacto con el mundo de los enfermos y sus familiares ha supuesto, también, algo fundamental para mí.
-Una cuestión que genera importantes debates a nivel local es el relacionado con la gestión del cementerio parroquial. ¿Cuál es su posición al respecto?
-No pretendo interferir en el trabajo que realiza la comisión encargada de estos asuntos. Mi opinión, de todas maneras, siempre ha sido que la gestión debe realizarse desde el Ayuntamiento.
-En torno a la rehabilitación del Cristo de Santa Mariña, ¿que medidas considera que se tienen que adoptar?
-Las determinaciones sobre esta cuestión las ha tomado el Concello, y es el que continúa tratando de ocuparse de este asunto. Serán los técnicos quienes se encarguen de elaborar los estudios pertinentes. Lo que no vería como algo oportuno sería que se arreglase para que, pasado un tiempo, volviese al estado anterior.
