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Diana López: "Muchos hombres descubren que son feministas al comprender de qué se trata "

La autora barrense estrenó ayer su comedia teatral "No es país para coños" en Vilagarcía

Diana López, con la camiseta que promociona su obra teatral. // FDV

El humor con carga reivindicativa representa una combinación lúcida y estimulante que facilita la transmisión del mensaje. La barrense Diana López conoce su destreza en la utilización de esta herramienta, y se ha aventurado a ubicar sobre un escenario algunos de los temas que más le inquietan cuando se sienta a escribir. Además de colaborar en diversas publicaciones y participar en producciones audiovisuales, esta joven autora debuta en la dirección teatral con "No es país para coños", una historia protagonizada por tres mujeres de edad similar pero ambiciones muy diferentes. El show, clasificado como microteatro y definido como feminista, se estrenó ayer en Vilagarcía y se ofrecerá el próximo 7 de noviembre en O Grove.

-¿Por qué esta obra se debe considerar abiertamente feminista?

-Todo el relato mantiene como trasfondo la cuestión del empoderamiento de la mujer. Se muestra a tres mujeres que tienen una forma diferente de asumir la maternidad y de gestionar su vida emocional y sus relaciones, pero lo importante es que todas actúen con independencia y se guíen por sus propios deseos y valores. La historia trata de reflejar lo que significa ser mujer a día de hoy.

-¿Qué es para usted el feminismo?

-Eso supone, en muchas ocasiones, algo tan sencillo en apariencia como tomar decisiones sobre tu vida y sobre tu cuerpo sin atender a convencionalismos. Y para que las cosas funcionen así todavía hay que reivindicar muchos cambios.

-¿Qué opina sobre el papel que ocupan habitualmente los hombres y las mujeres en la ficción?

-Hay un tópico eterno que todavía genera polémica porque un cambio de rol chirría para parte del público: el hombre es el superhéroe, el fuerte, el salvador, y la mujer tiene cierta dependencia emocional hacia él. Para ella queda, con mucha frecuencia, el papel de secretaria o de amante.

-¿En qué radica la originalidad de "No es país para coños"?

-En esta obra se utiliza un lenguaje muy directo, algo que tal vez pueda molestar o impactar a alguna gente, pero realmente hablamos así en la calle y lo más honesto es mostrarlo de esa manera sobre el escenario. Se trata de una comedia que incluye humor negro y no disfraza la historia con un halo romántico rebuscado.

-Su blog, "Suspenso en Religión", se ha hecho muy popular por su estilo irreverente y su tono desenfadado. ¿Los textos que redacta se dirigen más hacia a la mujer que se identifica con alguna ideas o a los hombres que deberían reflexionar sobre éstas?

-Cuando lo abrí, pensaba en un círculo próximo, en amistades que se podrían interesar por lo que contaba. Poco a poco ganó lectores y descubrí que los hombres sentían una gran curiosidad por conocer esta perspectiva. Eso provoca que no sea tan autobiográfico, pero he percibido, por fortuna, que muchos hombres se han convertido en feministas, porque tenían asociado el feminismo a otras cosas.

-¿Qué relaciona con el machismo de entre aquello que se encuentra con facilidad en el día a día?

-Quizá en mi entorno más cercano la gente evite ciertos gestos porque ya conoce mi carácter. Pero es habitual experimentar el paternalismo en el trabajo, por ejemplo. A ello se unen asuntos como los salarios, las bajas por maternidad, la importancia del físico y la desproporción en los puestos más altos de una empresa. En estos casos hay estadísticas que hablan por sí solas.

-¿Qué opinión tiene sobre los cánones más extendidos en la industria pornográfica?

-Se han realizado investigaciones que demuestran la influencia del porno en la forma de relacionarse. Genera expectativas irreales y abandona el concepto de seducción, lo que afecta a la aparición de problemas como la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. También existe, por supuesto, un mensaje machista, una idea de dominio y sumisión que se reproduce en el imaginario colectivo. Eso es extensible al cine romántico, donde el hombre toma la decisión y hace el trabajo de enamoramiento.

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