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Besomaño entra en la fase de consolidación

El castro se convirtió en una auténtica revelación arqueológica después de tres años de excavaciones

Limpieza de la maleza del entorno.

El castro de Besomaño afronta su última etapa en la que arqueólogos y restauradores proponen la consolidación de uno de los poblados costeros que más información han proporcionado tras cuatro fases de excavación que se han llevado a cabo hasta ahora, sin olvidar la primera exploración de los años setenta cuando ya se intuía la importancia de este territorio.

Se trata de un yacimiento construido sobre una enorme terraza artificial en el valle del Umia que en su ocupación, entre los siglos VI antes de Cristo y I de la actual Era, tuvo una importancia capital en la comarca y de hecho su impresionante muralla, así como las estructuras defensivas con fosos y parapetos, podrían determinar que se trataba de una respetable urbe.

Y así se pudo comprobar una vez que empezaron a salir estructuras en las sucesivas fases de excavación, con cabañas circulares, una casa-patio que domina el recinto, varios recintos de fundición o graneros y zonas de estabulación, así como otras edificaciones cuya utilidad todavía se discute.

Se trata sin duda de un proceso muy complejo, pues los siete siglos de ocupación del castro de Besomaño han dado para mucho, como se puede comprobar en la superposición de estructuras de las diferentes fases de habitación.

En total se han descubierto una treintena de edificaciones y más de 400.000 piezas de distinto calibre, cuyo estudio puede permitir el descubrimiento de numerosos secretos de aquellos antepasados de la historia de Galicia.

Conclusiones ya se han conseguido pues muy pronto se supo que el yacimiento fue arrasado por los romanos en el siglo I. Tanto el rastro del fuego como el hallazgo de una dolabra han reforzado la tesis, sin olvidar que se han localizado otras piezas como monedas del Imperio, ánforas, entre otros miles de hallazgos de indudable valor documental.

Pero también se han podido constatar otras tesis como que este poblado mantenía unas intensas relaciones comerciales por vía marítima, a través del Mediterráneo, e incluso que ya se había establecido un vínculo mercantil con otros poblados costeros, como demuestra el reciente descubrimiento de un "cuncheiro" a las puertas del poblado, que según los malacólogos son los restos de un banquete, quizás, para festejar una victoria.

A ello hay que añadir otras muchas sorpresas durante las excavaciones, tanto en el aspecto arquitectónico como en el social.

El minucioso trabajo realizado en todo este tiempo permitió descubrir desde una pared de pajabarro que todavía se conserva en el recinto castrexo así como una de las vigas que los celtas habían usado en las estructuras de las techumbres de sus cabañas.

Tampoco es desdeñable el aspecto que determina la presencia de varias construcciones superpuestas, pues los habitantes de las distintas etapas de ocupación solían usar las estructuras antiguas para construir las propias.

Precisamente, en este sentido, es de destacar que una vez que comience la restauración de los restos arqueológicos, la brigada deberá atenerse a los criterios que impone Patrimonio en el sentido de que se reconstruya siguiendo las pautas de la última fase de ocupación. De ahí que una vez que culmine la recuperación del yacimiento, pueda tenerse una idea bastante fiel del poblado que existió a principios de la actual Era, si bien perdurarán algunos trazos anteriores. Todo ello quedará perfectamente definido en cada una de las edificaciones pues se marcará cada uno de los segmentos históricos para que se pueda conocer la evolución urbana.

La muralla que cierra el recinto, la red viaria interior y otras peculiaridades, también se harán con dicho criterio.

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