Los establecimientos de turismo rural de O Salnés y Ullán afrontan una campaña de otoño marcada por la incertidumbre. El hecho de que en esta época del año las salidas se reduzcan casi siempre a escapadas de fin de semana, y que los huéspedes reserven con muy poca antelación convierten en una quiniela las previsiones de ocupación que los hosteleros sí suelen hacer con más datos durante la temporada estival. En todo caso, varios de los negocios consultados ayer por FARO mostraron su temor a que la de otoño sea una campaña floja, e incluso apuntan que están recibiendo menos llamadas que en 2013.

La responsable de Casal de Folgueiras (Meis) afirma que "veo la situación un poco más floja que el año pasado", y que "por el momento apenas tenemos llamadas" de huéspedes interesados en reservar habitación. Por ello, admite que en estos momentos "las perspectivas son malas". Tampoco espera gran cosa la dueña de A Casa de Alicia (Ribadumia), quien declara que normalmente "en otoño e invierno se trabaja poco, y la situación no repunta hasta después de Semana Santa". Eso sí, la dueña de este establecimiento -muy conocido por ser el lugar de vacaciones del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desde hace dos años- asegura que "este año la temporada de verano se alargó un poco más", manteniendo la casa ocupada hasta finales de septiembre.

También se muestran preocupados en Os Migueliños (Catoira), sobre todo por el hecho de que "en los próximos meses apenas hay puentes festivos, que son los que animan un poco las escapadas", y declara que "por lo general en otoño e invierno no se gana mucho más que para cubrir gastos". Eso sí, el responsable de este establecimiento puntualiza que "es difícil prever lo que va a pasar porque en estas épocas las reservas y los viajes se hacen un poco sobre la marcha".

Este último argumento lo comparte la dueña de Casa da Muiñeira (Cambados). "Las reservas en estas fechas se hacen encima de la fecha". En su opinión, en otoño e invierno la lluvia influye todavía más en la ocupación de las casas de turismo rural que en verano. "En verano las reservas se hacen con mucha antelación, y el cliente que escoge el turismo rural no viaja por el sol y playa, si no que desea escapar de las ciudades. En otoño e invierno, sin embargo, como la decisión de salir se toma en el último momento influye mucho la perspectiva de si va a llover o no". En cualquier caso, esta hostelera se muestra optimista. "Las perspectivas son buenas".

También están relativamente satisfechos en el Pazo A Capitana (Cambados). "Hasta finales de octubre estamos trabajando muy bien, aunque a partir de noviembre la ocupación se reduce un poco". En este establecimiento cierran desde mediados de diciembre hasta finales de enero.

Finalmente, en O Paxareco de Ai (Meis) se muestran igualmente optimistas gracias a los visitantes que les llegan con las "cajas de experiencias", un tipo de regalo que se ha puesto muy de moda en los últimos años. "Nos metimos en una empresa distribuidora, y la verdad es que está funcionando bien. Nosotros calculamos que un 30 por ciento de los clientes que tenemos en fin de semana vienen por ese tipo de paquetes".

En su caso, no cree que el mal tiempo pueda aguar la campaña. "Los clientes que vienen en otoño son de Galicia y saben lo que hay. Salen aunque llueva porque lo que ellos buscan es descansar unos días en un sitio diferente".

Lo que intentan muchos negocios es ofertar servicios nuevos para atraer a la clientela. Uno de ellos es el Outono Gastronómico de Turgalicia, en el que participa, por ejemplo, Casal de Folgueiras.