Desde las primeras experiencias del monje científico francés Jean Antoine Nollet, en 1746, que trasmitió una descarga eléctrica a los doscientos monjes que reunió a su alrededor, hasta el establecimiento definitivo del telégrafo Morse en 1835 fueron casi cien años de experimentos tanto en Europa como en los Estados Unidos.

De ello dan fe los científicos Alejandro Volta, Francis Rolands, William Sturgeon, Pavel Schilling, Gauss-Weber, etc. que lentamente fueron añadiendo sus investigaciones hasta que el norteamericano Morse le diera sus primeras aplicaciones prácticas.

Las distancias entre los pueblos fueron disminuyendo, hasta que los continentes americano y europeo se unieron en 1858, cuando la reina Victoria de Inglaterra envió un mensaje de 99 palabras al presidente Buchanan de los Estados Unidos. Era efectivamente un momento estelar de la humanidad.

Por ser el pueblo con mayor desarrollo económico de O Salnés, Vilagarcía de Arousa fue el primero en instalar el telégrafo. Su comercio y su industria, pero sobre todo su puerto, del que salían miles de emigrantes para América, hicieron necesaria la instalación de esta tecnología.

El cronista local Manuel del Río Candamo lo narra de la siguiente forma: "Por R.O. de 30 de octubre de 1861, se concedió a Vilagarcia una estación telegráfica, con hilo de empalme en Caldas". Comenta el historiador local que el Ayuntamiento debía facilitar los "postes, menaje para la estación, herrajes y más que se precisaran", además del alquiler de la casa de Baladía en la calle de la Iglesia.

Por ello, al poco tiempo, el Ayuntamiento comunicaba a los comerciantes vilagarcianos en 1864 que en marzo de este año los gastos municipales por el servicio telegráfico ascendían a 12.244 reales, "los cuales se cubrían en gran parte por suscripción popular".

Como el déficit aumentaba año tras años, en julio de 1865 "se decretó la supresión de este servicio, que no cubría los gastos de sostenimiento", por lo que una serie de personalidades, sobre todo comerciantes, firmaron una solicitud a las autoridades de A Coruña para solicitar la continuación del servicio telegráfico, "exponiendo los perjuicios que habría de ocasionar tal medida, y pidiendo la continuación del servicio, comprometiéndose al pago de los gastos de sostenimiento".

Tras doce años de espera, la capital judicial de O Salnés, Cambados, inauguraría su estación de telégrafo el 28 de octubre de 1883, que había sido pedida por su alcalde José Padín, con la ayuda del diputado Rafael Antonio de Orense. También se sumaban a la petición Ribadumia, O Grove y otros municipios limítrofes.

En una nota informativa, el alcalde explica que la estación permanecerá abierta al público desde las 9 a las 12 de la mañana, y desde las 2 a las 7 de la tarde todos los días, menos los domingos, en los que solo estará abierto desde las 9 a las 12 de la mañana.

Dado que la línea que daba servicio a Cambados procedía de Vilagarcía, el ayuntamiento que quedaba en el medio, Vilanova, vio la ocasión de conseguir otra estación telegráfica para su extenso ayuntamiento, y por ello, en el mismo mes de octubre de 1883, alega ante las autoridades que "visto que este municipio reúne las condiciones que el mismo exige para poder obtener los beneficios, puesto que tan solo dista de la citada línea 1.450 metros, siendo el número de vecinos el de 1.519, el Ayuntamiento por unanimidad acuerda solicitar el establecimiento en este pueblo de la línea y estación telegráfica".

Tal como anota el cronista oficial de Vilanova, José Luis Vila, todavía en 1889 aun no tenía este municipio el servicio telegráfico.

Es definitivamente en julio de 1896 cuando el alcalde, Agustín Vila Regas anuncia haber recibido un oficio de la oficina de Telégrafos de Vilagarcia, transcribiendo otros de la Dirección General en la que se fija "la fecha del 15 del próximo mes para la apertura oficial de la Estación Telegráfica municipal de esta villa".

Tal como sugiere el cronista, los primeros encargados de la estación telegráfica fueron maestros de enseñanza primaria, ya que cuando fallece el maestro Carlos Rufino Martínez, que era el encargado del servicio hasta enero de 1903, queda encargado del mismo el también maestro Ricardo González Rodríguez. Realmente, y como dicha estación estaba situada en el mismo edificio escolar, los maestros obtenían un complemento económico sin mucho desplazamiento.

El mayor problema de sus parroquias para el acceso al servicio telegráfico era la Illa de Arousa, razón por la que en el año 1919, el ayuntamiento solicita a la Dirección General de Correos y Telégrafos una estación telegráfica para la isla facilitando el Ayuntamiento "los locales y mobiliario" para el mismo.

Dado que en febrero de 1896 la dirección general correspondiente autorizó el establecimiento de una estación de telefonía en el municipio, es probable que se abandonara el servicio telegráfico, ya que en el año 1920 señala el cronista oficial, que una comisión de conserveros, comerciantes y propietarios eleva una instancia al pleno municipal señalando "la conveniencia, o más bien dicho, necesidad de obtener la concesión de una estación telegráfica, ya que la telefónica que hoy existe no satisface todas las necesidades del público en general, y muy particularmente del elemento industrial y mercantil, cuyo desarrollo se hace notar cada día más, al extremo de contarse hoy solo en fábricas de salazón y conservas más de veinte en este término".

Con todo, en 1925 continuaba sin ser autorizada dicha estación telegráfica, por lo que su alcalde, Luis Pérez hace una nueva petición en dicho sentido. Fue en definitiva una epopeya parecida a la del ferrocarril de Santiago a Vilagarcia, y posteriormente desde esta última ciudad a Pontevedra, pero con menos maquinaria y trabajadores.