La calle popularmente conocida como "a catorse" es un céntrico vial del centro urbano de O Grove que ya tuvo semáforos, pero hace tantos años "que ni se recuerda". Pero ahora la villa grovense dispone de otros, mucho más sofisticados e ideados para limitar la velocidad de los automóviles.

Se trata de los "semáforos rojos" instalados en las avenidas del Teniente Domínguez y de Xoán XXIII, es decir, las dos principales carreteras de entrada a la isla de A Toxa y el centro urbano desde la rotonda de Ardia.

En una siguiente fase el Concello colocará un tercer semáforo rojo, aunque la localización exacta del mismo está aún por determinar y va a depender de la evolución del tráfico a partir de la colocación de estos primeros elementos.

Son semáforos que están en ámbar y solo cambian a rojo cuando el vehículo que se acerca supera los 50 kilómetros por hora establecidos. En el supuesto de que el conductor de turno no respete esa señalización semafórica será sancionado con 200 euros de multa y la pérdida de tres puntos en el carné de conducir.

Otras medidas

A esta medida va a sumarse la puesta en marcha -quizás a partir del viernes- de los radares fijos instalados tanto en la avenida de Portugal como en la Carretera do Conde, también pensados para limitar la velocidad.

Hay que tener en cuenta que en las cuatro calles citadas, limitadas a un máximo de 50 kilómetros por hora, ya se constató en los últimos años, gracias al radar aportado ocasionalmente por Tráfico, la presencia de conductores que circulaban en coche o moto incluso muy por encima del doble de la velocidad permitida.

Ahora el Concello avanza en su plan de control viario y lo hace, explica el concejal de Seguridad Ciudadana, el galeguista Alfredo Bea, "con la única intención de salvar vidas, tanto la de los propios conductores, incluida la de aquellos que piensan que conducen por un circuito de carreras, como la vida de los peatones, que en algunos puntos especialmente conflictivos de nuestra red viaria tienen verdadero pánico a cruzar las calles a causa de la elevada velocidad que alcanzan algunos".

El edil vuelve a insistir en que "los ciudadanos que cumplen las normas de circulación y aplican el sentido común al volante no tienen por qué tener miedo alguno a estos semáforos y radares; los que deben estar preocupados son los que incumplen las reglas básicas, pues deben saber que a partir de ahora van a estar más controlados que nunca, y quizás así aprendan por fin a levantar el pie del acelerador y a respetar a los demás".