El de la plaza de O Castro no es el único edificio en ruinas en Vilagarcía que presenta un lamentable estado que afea el entorno e incluso pone en peligro la seguridad de los peatones -ya se registraron varios desprendimientos-. Quizá sea el más visible -en pleno centro- y el que acumule un mayor importe en sanciones sin pagar -casi 60.000 euros-, pero no se trata de un caso aislado. Otros inmuebles en el casco urbano vilagarciano están completamente abandonados sin que nadie haga nada por remediar esta situación. Desde la administración, el Concello asegura tener un escaso margen de maniobra para que esas propiedades se rehabiliten. El procedimiento habitual es el envío de requerimientos a sus propietarios para que tomen medidas que resuelvan los problemas de seguridad ocasionados por los desprendimientos o el riesgo de caída de elementos de la construcción. Pero en la mayoría de las ocasiones, los dueños hacen caso omiso de las resoluciones del Ayuntamiento, y en casos puntuales hasta de las sanciones, como por ejemplo el edificio de O Castro.

La fachada marítima de la playa de Compostela, conocida como el barrio de la Prosperidad, es otro ejemplo de un enclave privilegiado totalmente afeado por la sucesión de casas antiguas, con espectaculares fachadas, que en su interior solo albergan escombros.

Hace un mes y medio se produjo un incendio en un edificio de esta zona habitado por "okupas" y a día de hoy su propietario todavía no ha vaciado el interior del inmueble, ni tampoco tapiado las ventanas y la puerta, que es lo más urgente para evitar nuevas incursiones. El concejal de Seguridad de Vilagarcía, Ángel Benito Pérez Dorgambide, "Cholo", confirma que el Concello envío al dueño una notificación después del fuego declarado la madrugada del 13 de abril, pero esta semana el aspecto del inmueble era exactamente el mismo que el del día del suceso. Este edificio, emplazado en el número 77 de la avenida Rosalía de Castro, tiene un expediente abierto en el Ayuntamiento desde hace ya un año con motivo de su estado ruinoso, un abandono que los "okupas" aprovecharon para habitar la construcción.

Otros edificios vacíos y en pésimo estado de conservación han sido pasto de las llamas en los últimos años, como por ejemplo una casa de Vista Alegre que se quemó hasta en tres ocasiones (2009, 2011 y 2012), una vivienda abandonada en A Escardia en 2008 u otra en Trabanca Badiña en la que el habitante apedreó a los bomberos cuando iban a sofocar el fuego. En ciertos casos la apropiación de un bien ajeno terminó en tragedia, como los narcobarcos Abrente o Poseidón I. La primera embarcación, atracada en el puerto de Vilagarcía, sufrió su segundo fuego el 10 de mayo de 2004 que costó la vida a uno de los "okupas" que vivía en ella. En el Poseidón I un "okupa" murió ahogado cuando intentaba subir al barco.

Volviendo a la actualidad, aparte del edificio de O Castro y el incendiado de Rosalía de Castro -dos de las ubicaciones más transitadas de la ciudad-, las calles de Vilagarcía albergan más inmuebles en pésimo estado fruto del paso del tiempo y de la falta de mantenimiento de sus titulares. Uno de ellos se ubica en pleno centro neurálgico del municipio, en la calle Doctor Tourón, en las inmediaciones de la iglesia de Santa Eulalia. "Ya rompieron las ventanas y la puerta, y está entrando gente, por lo que tenemos miedo de que pueda declararse un incendio", expresa el edil de Seguridad, "Cholo" Dorgambide. El Concello está en contacto con el propietario para que tapie las entradas.

El mismo procedimiento se ha seguido con la empresa que posee el edificio de O Castro. El alcalde, Tomás Fole, quiere mantener una reunión con la firma en Vilagarcía -la última fue en agosto de 2013- para que sus responsables comprueben con sus propios ojos el potencial y el partido que se le puede sacar al edificio si se acomete una inversión en él. "Nos habían comentado la posibilidad de hacer un hotel, pero no se concretó nada", revela Dorgambide, que el año pasado estuvo presente en la reunión con la compañía. Aunque la decisión de rehabilitar el edificio es del propietario, lo que el Ayuntamiento le exige es al menos asegurar la estructura y vaciar todo el escombro de su interior. "Las vigas están haciendo fuerza hacia la fachada. Tenemos una calle cortada por motivos de seguridad", agrega el concejal independiente.

El edil lamenta que este tipo de construcciones que se caen a pedazos ofrecen una "mala imagen" de Vilagarcía. Pero aparte de insistir con requerimientos y de imponer multas en caso de que los dueños hagan caso omiso, a la administración municipal no le quedan muchas más opciones para terminar con el feísmo que generan estos edificios. La única es la expropiación. Pero luego tendría que ser el Concello el que invirtiese en esos inmuebles para rehabilitarlos, y las arcas de Ravella no están para tirar cohetes. Además, para hacerse con la titularidad, el Ayuntamiento tendría que esperar a que el importe de las sanciones acumuladas alcanzasen una cuantía para expropiar sin tener que realizar desembolso alguno. Por tanto la solución se presenta muy complicada.

Aparte del riesgo para los peatones a causa de los desprendimientos y de la pésima imagen que ofrecen las casas en ruinas, otras provocan quejas vecinales por el estorbo que suponen. En el puerto de Carril, el edificio "Gran Sol" tiene un andamio en su fachada para rehabilitarse, una actuación que aplauden desde Ravella, pero el problema es que esa estructura lleva cinco años colocada, invadiendo la acera e impidiendo a los vehículos dar la vuelta en una isleta. "La Policía Local está elaborando un informe para abrir la calle", anuncia Dorgambide.