La feria de Mosteiro abre a las ocho de la mañana, y a pesar de ello los dos bares más próximos a la nave todavía estaban cerrados a las y media, cuando en los buenos tiempos abrían de madrugada para dar de desayunar a tratantes y compradores llegados desde muchos kilómetros de distancia. A esa misma hora solo había tres o cuatro coches aparcados frente al recinto ferial. Dos síntomas de lo que hoy en día es la feria.

La decadencia es paulatina pero, al menos hasta la fecha, no tiene freno. Hace apenas una década, en un mercado de principios de enero de 2005, había a la venta 280 animales, más del doble que ayer, e incluso se podían ver caballos. Ayer ya no. De hecho, los "tratantes" apenas ocupaban solo unas pocas rejas de la mitad posterior de la nave. Todo lo demás estaba vacío.

Tanto es así que el Ayuntamiento de Meis tiene en mente dividir el edificio en dos partes, y dedicar una de ellas a otros usos, como almacén o aulas. De ese modo se aprovechará un espacio que desde hace años está infrautilizado, pero para algunos esto será también como asumir que ya es imposible recuperar siquiera una pequeña parte del esplendor que en algún momento llegó a tener el mercado.

Asimismo, el Concello está pendiente de invertir 68.000 euros de una subvención de la Diputación en un proyecto de reforma de la instalaciones, que incluirá la mejora del pavimento -en la actualidad hay zonas que se encharcan con facilidad-, de los pilares, y de la cubierta de uralita, agujereada por varios puntos durante las granizadas del pasado invierno.

De todos modos, aún hay quien va a comprar, como Enrique Ferreiro, un vecino de Noalla (Sanxenxo) que se acercó a Mosteiro en busca de un cerdo para criar. Es natural de la provincia de Lugo y su familia tenía mucho ganado. Tras pasar 30 años en la emigración suiza se estableció en Noalla, y durante algún tiempo aún tuvo ganado. "Hasta tres y cuatro vacas". Hoy no conserva ninguna, pero no quiere deshacerse del todo del ganado "porque me gusta". Y eso que es de los pocos que sigue criando. "Noalla es una parroquia grande, de 800 habitantes, y aún así ya solo quedan dos casas con vacas", remacha, sin saber todavía si al final comprará o no.