Los arqueólogos del Monte do Castro acaban de localizar dos enormes vertederos de cerámica púnica y castrexa en sendas fosas excavadas en el siglo IV antes de Cristo que han deparado un ingente número de piezas de gran relevancia para el estudio de este singular poblado situado en el medio rural de O Salnés.

Rafael Rodríguez, director de la excavación, se muestra entusiasmado con el descubrimiento porque les va a permitir completar el estudio de la primera etapa del poblado, que es la más dificultosa precisamente por el transcurso de mayor tiempo.

"Hay restos de cerámica, de molinos, bronces, un cuchillo de hierro y otras miles de piezas muy importantes de aquella época", explica con la satisfacción de estar frente a un nuevo tesoro histórico.

Los arqueólogos se encontraban en la fase de restauración del conjunto castrexo cuando se hizo el descubrimiento de las dos fosas, aunque la más importante de ellas se encuentra en la zona de la entrada principal del castro.

"Medía unos dos metros de ancho por otros dos de profundidad por lo que el número de piezas localizadas es muy grande", explica gráficamente pues el hueco ya ha sido tapado tras haber retirado todo el material que quedó protegido al estar enterrado a esa profundidad.

Son en total unos ocho metros cúbicos de espacio en esta zona con cientos de objetos, sobre todo "cacharros de cocina y de ceremonial, pero también de almacenaje, así como collares, un cuchillo de hierro y otras piezas de este material y de bronce que todavía están en fase de análisis".

Entiende Rodríguez que tanto este hueco como el que se encontró en la parte superior de castro, muy cerca de la croa, se trataban de "basureros" en los que se depositaban las piezas que o bien no les valían o les estorbaban por contar con otras nuevas, en épocas posteriores.

En total ya se habían contabilizado en los últimos tres años de excavaciones casi otras 140.000 piezas, la mayor parte trozos de cerámica, que en el futuro deberán casar para completar las piezas originales, siempre que sea posible.

Pero las nuevas tienen el valor de que ha sido depositadas en un mismo hueco por lo que será más fácil completar los puzzles que surjan, si bien la labor no dejará de ser un trabajo de chinos, como se diría coloquialmente.

Para los arqueólogos, la localización de estos dos fosos es muy importante no solo por las piezas rescatadas, sino que también hay otros restos que pueden aportar datos que resuelvan incógnitas de los habitantes de este poblado castrexo.

"Hemos encontrado ceniza, restos óseos y otros materiales que nos permitirán nuevas lecturas acerca de los pobladores de Besomaño en el siglo IV antes de Cristo", subraya con cierta impaciencia Rafael Rodríguez.

También le da mucho valor a los objetos que se conservan de la época y así destaca que han encontrado "cacharros de cocina domésticos y con destino ceremonial, de las conocidas como tipo Vigo, pues fue en el castro de la ciudad olívica donde se descubrieron por vez primera".

También se localizó otro collar de cocina entero. Es el segundo que aparece en el recinto castrexo de Ribadumia, que podría datarse también en el siglo IV antes de Cristo y que está formado por una cadena de bronce y colgantes triangulares.

Curiosa por su relevancia es además una pequeña pieza de pasta vítrea que podría haber sido un anillo, aunque todavía quedan análisis por realizar al mismo por parte de los restauradores.

Asimismo, el director de la excavación está orgulloso del hallazgo de un puñal de hierro de unos 15 o 20 centímetros, que se suma a otros instrumentos similares que se han localizado durante todos los años que lleva la excavación.

Y aunque los elementos más llamativos para los historiadores son los correspondientes al siglo IV, para Rodríguez también tiene relevancia la recuperación de piezas del siglo I, que obviamente se encontraban en la parte más alta del foso.

"Se encontró cerámica para cocina, almacenaje y varias ánforas romanas", presume el director de la excavación. Este material se cataloga en principio entre los correspondientes al siglo I antes de Cristo.

Cabe destacar que el castro de Ribadumia estuvo ocupado durante unos cinco o seis siglos, aunque el período que se remarca va del IV antes de Cristo al I de la actual Era.

Por ello, las piezas que aparecen se refieren a distintas etapas como también ocurre con las sucesivas fases de construcción del poblado, que en estos momentos está en consolidación para que en breve pueda presentarse al público en su aspecto más original.

De ahí que el valor de las piezas encontradas sea muy distinto, dependiendo de la antigüedad, del uso o de la calidad de los materiales empleados.

Aunque ya se habían encontrado otras piezas de esta época, es de subrayar que mucha de la cerámica que se rescató de estas "fosas-basurero" son policromadas, lo que añade si cabe más valor al material.

Con todo, explica Rodríguez, en los dos "basureros" se encuentran piezas muy diferentes. "En el superior no aparece casi nada púnico sino que son castrexos, para almacenaje y cocina", explica. Aunque todo tiene excepciones ya que se encontraron "dos fondos de ánfora de la época púnica".

Con todo, el hallazgo es muy reciente y demasiado amplio para que las teorías sean completas, y pueden variar una vez que finalice el proceso de restauración y catalogación.

Los objetos que se encuentran en peor estado y que ni siquiera permiten conocer su uso son los de hierro. "Están muy alterados y hay que hacer un trabajo muy minucioso de limpieza para saber su finalidad concreta", explica Rodríguez.

Y es que el castro de Besomaño albergaba un sinfín de objetos, aunque de entre todos destaca la inmensa olla de bronce que apareció en la zona superior, un tesoro de monedas romanas, una dolabra, así como piedras de molino, vajillas de diario y ceremoniales, fíbulas de diseño o una cabeza en piedra que pudo representar un ídolo.