La presión fiscal a la que están sometidos los marineros en una época que está siendo nefasta para sus intereses económicos ha hecho estallar a las Cofradías, sobre todo con el nuevo impuesto con el que han sido gravados, una tasa para la navegación que supone el desembolso de 28 euros anuales por embarcación. La cantidad no es excesivamente alta, pero se suma a todas las obligaciones fiscales a las que tienen que hacer frente los marineros, pero que en este caso se refiere a un servicio que no usan: los faros.

La Federación Galega de Confrarías tiene previsto recurrir este nuevo impuesto que ha aplicado Puertos del Estado y que obliga a las Capitanías Marítimas a cobrar.

Una de sus integrantes, la patrona mayor de Vilanova de Arousa, Evangelina Lago, arremetió ayer contra esta nueva tasa, que comenzó a cobrarse a las embarcaciones a finales del pasado mes de enero, y que "no tiene ningún tipo de sentido, más allá que el meramente recaudatorio, por eso no podemos respaldarlo".

Varios patrones mayores se reunieron esta misma semana con responsables de Capitanía Marítima para que les explicasen los motivos por los cuales se aplica esta nueva tasa. "Parece ser que es por la utilización de los faros", explica Lago, antes de subrayar que "es imposible que se nos cobre a nosotros esos 28 euros por utilizar los faros, cuando los mariscadores navegan de día, y para ir de O Bao hasta el puerto de Vilanova no nos hace falta ninguna señal marítima". Aunque Lago es una de las más furibundas adversarias de la aplicación de esta tasa y aboga por que se recurra, la patrona mayor advierte a los marineros de que "en principio deben pagarla para salir correctamente despachados al mar, pero el recurso tiene como objetivo no solo paralizar este impuesto, sino que se devuelva en el futuro todo lo que se les cobre a los marineros".

Insiste Lago en que "es vergonzoso que en estos momentos en los que muchos marineros no ganan ni para cubrir los pagos a la Seguridad Social, el Estado nos aplique una mayor carga fiscal sin ningún tipo de sentido; da la sensación de que nuestro trabajo molesta y quieren que desaparezcamos". La aplicación de esta tasa golpea directamente al sector, que ha visto como en los últimos tiempos caían en picado los precios, disminuyendo de forma considerable su capacidad adquisitiva.