El refugio de animales de Cambados fue el lugar en el que compareció Dora Pampín Pose para mostrar su más absoluto agradecimiento a la labor que allí desarrollan su directora Olga Costa y sus adiestradores Máximo Ares y Dymer Mendoza. La razón de esta pontevedresa no es vanal. Apunta a su propia vida.La misma que le salvó su perra "Mimi" el pasado mes de febrero.

Dora no podía contener su emoción cuando recordaba aquel día en el que en pleno paseo con su mascota comenzó a sentirse indispuesta. "No enfocaba la vista y apenas tenía fuerzas para caminar. Había tenido un mal día y a cada paso me encontraba peor. Mimi comenzó a mostrarse mucho más preocupada y nerviosa. Conseguimos llegar a casa y ahí se precipitó todo".

La gravedad del caso estaba fuera de toda duda. Dora estaba padeciendo un ictus y su perra, que no había dado un ladrido hasta entonces, buscó auxilio en los familiares de su dueña para poder salvarle la vida. "Pensábamos que era una perra muda, pero ese día corrió ladrando al piso de abajo para hacer ver a mi madre y a mi hermana que estaba muy mal", recuerda la pontevedresa que le debe la vida a su animal. "Si me hubiese quedado dormida esa mañana y Mimi no hubiese avisado a mi familia ahora mismo no podría contarlo", recuerda entre sollozos.

Pero la historia de Mimi empieza en 2011 cuando con seis años llegó al refugio de animales de Cambados. Allí Olga Costa y su equipo de entrenadores, tuvieron que someterla a diversas técnicas para controlar su hiperactividad. Se le aplicaron intensas terapias de relajación y su comportamiento, cada vez más dócil, fue ayudando a descubrir muchas aptitudes que la perra fue desarrollando.

A los pocos meses, Dora solicitó la adopción de Mimi. Por su cabeza no pasaba en ese momento que fuese a salvarle la vida como así ocurrió el pasado mes de febrero. Y es que los primeros ladridos de Mimi llegaron en el momento más preciso.

Pero la grandiosidad del vínculo afectivo creado entre la perra y su dueña va incluso más allá. Dora es diabética, motivo que le obliga a inyectarse la insulina todos los días. A este hábito obligado tampoco es ajena su perra que incluso ha programado sus biorritmos para estar despierta antes de que suene la alarma a las ocho de la mañana. Un sonido que indica que es la hora de controlar el metabolismo, "es la perra la que me trae el botiquín para inyectarme la insulina. Antes de que suene la alarma empieza a mostrarse nerviosa porque quiere que me despierte para que no me olvide".

La directora del refugio de Cambados, ahora con 73 perros bajo su manto, invita a todos los amantes de los perros a pensar en la vía de la adopción, "es muy recomendable hacerse con perros de una determinada edad con un adiestramiento ya adquirido". La propia Dora es la viva muestra de que el incorporar a la familia a un perro adoptado no supone una mengua del cordón afectivo entre el animal y el dueño.