La Comisión do Mexillón, en la que están representadas las principales agrupaciones u organizaciones productoras de Galicia, y la Consellería do Medio Rural e do Mar, con la conselleira Rosa Quintana a la cabeza, pactaron ayer una serie de medidas con las que quieren minimizar los efectos causados por el episodio tóxico que afecta a buena parte de las bateas gallegas y a diferentes bancos marisqueros de las Rías Baixas.

En una reunión mantenida en la sede del Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar), en Vilaxoán (Vilagarcía), se planteó, por ejemplo, la instalación de más cuerdas de las autorizadas para facilitar las labores de "desdoble" y "reparqueo".

Hay que explicar al lector que cuando la semilla del mejillón crece es preciso retirarla de la cuerda que ocupa para dividir el peso en dos o tres cuerdas diferentes y que siga creciendo. Eso es lo que se conoce como desdoble, pero no puede hacerse si las bateas están ocupadas por las cuerdas de un mejillón comercial que no puede ser vendido debido a la presencia de biotoxinas marinas.

Así las cosas, ante la imposibilidad de vaciar las bateas mientras la venta está prohibida, se plantea la posibilidad de colocar más cuerdas que las 500 autorizadas por cada vivero flotante, para así efectuar ese desdoble tan necesario en estos momentos del año.

Paralelamente, ayer se acordó estudiar otra vieja reivindicación, como es la de subdividir los polígonos bateeiros más grandes.

Para que el lector ajeno a este tipo de actividades lo entienda mejor, puede decirse que hay polígonos bateeiros tan extensos que las plataformas de un extremo pueden estar afectadas por biotoxinas mientras que las del extremo opuesto están totalmente limpias.

Sin embargo, al detectarse lo que popularmente se conoce como marea roja, lo que se hace es cerrar todo el polígono, con lo cual salen perjudicados los productores de los viveros flotantes exentos de esa toxicidad.

En la ría de Arousa, por ejemplo, el polígono Vilagarcía A, situado cerca de la desembocadura del río Ulla, está sometido en uno de sus extremos a unas corrientes tan fuertes que pueden hacer que se limpie más fácilmente cierta toxicidad. Tanto es así que se cree que en caso de existir esa subdivisión ahora podrían estar operativas 400 bateas arousanas más, y sin embargo siguen cerradas todas menos las de los polígonos Pobra A y Cambados A2, abiertos a las ocho de la tarde de ayer.

Al subdividir esos polígonos más grandes van a ampliarse también los controles a los polígonos resultantes y, en buena lógica, van a decretarse las aperturas o cierres con mayor concreción.

Otra propuesta planteada ayer en la Comisión del Mejillón hace referencia a la instalación de localizadores en los barcos auxiliares de acuicultura. Se trata de un dispositivo que permite saber dónde estuvo cada barco en un momento determinado, en qué batea trabajó o en qué puerto descargó.

Esta medida, válida e incluso parece que recomendable en episodios tóxicos como el actual, pero también en el día a día del sector, favorece el control de trazabilidad del producto y permite saber exactamente de dónde es cada partida de mejillón y dónde hay que "reparcarlo" en caso de que sea preciso devolver al mar producto afectado por biotoxinas.

Al margen de esto, la Consellería do Mar también mostró su disposición a acelerar en la medida de lo posible la información que ofrece a los bateeiros, para que sean conscientes en todo momento del estado real de las biotoxinas y así evitar situaciones como las vividas la semana pasada, cuando se extrajo mejillón -al igual que ocurrió con los infaunales- que después tuvo que ser devuelto al agua.