En el pleno celebrado el jueves en O Grove quedó demostrado una vez más que la sorpresa puede saltar en cualquier momento y que un pacto puede ser efímero y circunstancial. Esta vez el concejal conservador Carlos Otero no hizo de las suyas, pero la que volvió a desmarcarse de sus socios de tripartito fue Aida Filgueira, la portavoz de Alternativa Meca (AMeca), que en varias mociones se alineó con los grupos de la oposición y permitió que ganaran las votaciones, dejando al ejecutivo "a los pies de los caballos".

Ahora dirán que el tripartito no se rompe, que el acuerdo de votar de forma consensuada es solo para las propuestas del ejecutivo, que en temas planteados por la oposición cada grupo del gobierno puede votar en conciencia y de acuerdo con sus ideologías. Y quizás sea cierto, pero no cabe duda de que la imagen proyectada vuelve a ser la de un pacto "cogido con pinzas" que quizás aguante hasta fin de mandato, pero que está sometido a infinidad de vaivenes.

Todo esto quedó patente en el pleno con la involuntaria colaboración de Laura Besada, la concejala del PP que dio a luz recientemente. Sigue de baja por maternidad, y aunque la ley le permite compatibilizarla con la asistencia a los plenos la edil no acudió a la sesión. Esto dejaba al tripartito sin mayoría absoluta, de ahí que los "desmarques" de Aida Filgueira por la "banda izquierda" dejaran al gobierno en "fuera de juego" varias veces. Y peor que pudieron irle las cosas al ejecutivo, de no ser porque en las filas de la oposición tampoco estaba la socialista María de los Ángeles Domínguez Fernández.

La citada carencia de mayoría absoluta puso en peligro uno de los asuntos más relevantes y trascendentales de la sesión plenaria, como era la suspensión facultativa de las licencias urbanísticas.

Como se explicó en varias ocasiones se trataba de anular la concesión de licencias para obras mayores, dejándolas en suspenso hasta que O Grove pueda disponer del anhelado Plano Xeral de Ordenación Municipal (PXOM).

Esta fue una propuesta presentada pr el gobierno que dirige el conservador Miguel Pérez con al intención de salvar o proteger el PXOM, ya que ahora que su redacción está tan avanzada existe el riesgo de que se produzcan "filtraciones interesadas" o de que algún grupo político aproveche los conocimientos que tiene del documento para dar "información privilegiada" a "los suyos".

La decisión tomada, por tanto, fue la de suspender las licencias hasta que todo el documento urbanístico esté en orden, con lo que se quieren evitar posibles obstáculos a la planificación del futuro de la localidad.

Lo que sucede es que, para prosperar en el pleno, este asunto necesitaba de mayoría absoluta en la votación. El tripartito no la tenía, pues con la ausencia de Laura Besada sumaba solo 8 concejales (6 del PP, la portavoz de AMeca y el líder del Partido Galeguista Demócrata), frente a siete de la oposición (5 del PSOE, uno del BNG y otro de EU). Además, el voto de calidad del alcalde, que se usa por ley para deshacer empates en ciertos casos, no tenía validez para un asunto como el de las licencias.

Con menos número de jugadores de los necesarios en el bando del gobierno, tanto el BNG como Esquerda Unida decidieron abstenerse en la votación -una postura que causó sorpresa entre los demás grupos-. Esto suponía que si el PSOE se abstenía también o votaba en contra las licencias no iban a poder paralizarse, lo cual podría suponer un serio revés para la consecución del documento urbanístico.

Pero llegados a este extremo sin retorno apareció la mano salvadora del PSOE, o mejor dicho, aparecieron los brazos levantados de sus cinco representantes presentes en la sesión, que al votar a favor de la suspensión de las licencias propiciaron la mayoría absoluta necesaria.

Por esas cosas que tiene la política y esas casualidades que se producen de vez en cuando en los debates plenarios, el destino, o las circunstancias del momento, quisieron que el PSOE salvara los muebles al PP y sus socios.

Aclarado esto, hay que volver a centrarse en los "desmarques" de Filgueira, pues si en el caso de las licencias el tripartito estuvo contra la cuerdas, mucho peor lo pasó con otros asuntos, en los que quedó noqueado. Por ejemplo en el momento de tratar en pleno diversas mociones de las consideradas tipo que fueron presentadas por los grupos de izquierda.

Fueron iniciativas del BNG y EU -hay que insistir que con un solo concejal electo en cada caso- que tenían muy pocas posibilidades de prosperar, pero que sacaron adelante gracias a la ausencia de Laura Besada y la postura de Aida Filgueira.

Un ejemplo de que el gobierno, y más concretamente el PP, estuvo contra la cuerdas, fue la moción del BNG presentada en otras muchas localidades en las que se pide la declaración de "persona non grata" -aunque este calificativo se suavizó mucho en el debate y acuerdo final- para los diputados que aprobaron la quita de las participaciones preferentes. En este caso Aida Filgueira se limitó a abstenerse -que no es poco-, de ahí que PSOE, BNG y EU sumaran siete ediles a favor de la propuesta, los mismos que sumaban el PP (6) y Partido Galeguista (1). Finalmente el alcalde hizo valer su voto de calidad para rechazar la petición.

Pero no sucedió lo mismo en las mociones de BNG y EU -que forman el grupo mixto- para exigir la retirada de la ley de Educación impulsada por el Estado central. Esos dos votos se sumaron a los cinco del PSOE y al de Aida Filgueira, es decir, suficientes para sacar adelante el asunto. Lo mismo que sucedió con la moción de EU sobre el carácter social de la vivienda, apoyada por toda la oposición más Aida Filgueira.