Si el pleno de Vilagarcía del mes de abril generó gran controversia por la identificación de los asistentes por parte de la Policía Local, el de ayer todavía fue más bronco y polémico. Los agentes no pidieron el DNI ni tampoco hubo excesos de aforo. Pero el alcalde, Tomás Fole, se vio obligado a suspender ayer la sesión ante el boicoteo protagonizado por colectivos sociales y culturales de la ciudad que están en pie de guerra contra el reglamento de uso de las instalaciones municipales. Gaitas, panderetas, cencerros y gritos de "¡dimisión!" dirigidos hacia el gobierno local fueron las armas que el público, apoyado en todo momento por los grupos de la oposición, utilizó para interrumpir el debate, que finalmente fue aplazado. Tampoco faltaron narices de payaso.

La sesión comenzó a las cinco de la tarde tranquila, sin alboroto. Fue la intervención del portavoz de los colectivos, Xurxo Abuín, la que generó los primeros aplausos y abucheos entre los asistentes. La sesión se iba calentando. Tanto, que justo antes de las votaciones de la aprobación definitiva del reglamento y de la ordenanza culturales, los colectivos y los tres partidos de la oposición (PSOE, BNG y Esquerda Unida) abandonaron el salón de plenos al son de gaitas, panderetas y otros instrumentos más improvisados.

La imagen fue insólita. Mientras el grupo de gobierno se quedaba solo en la sala votando, en el exterior del Consistorio las asociaciones, usuarios de los locales de ensayo, sindicalistas y representantes de la oposición tocaban y entonaban el himno gallego como un llamamiento hacia la libertad de expresión y un canto a la democracia. Al terminar volvieron a entrar al salón de plenos tocando otra pieza que impedía que se escuchase palabra alguna de los concejales que continuaban en sus asientos, empezando a debatir una moción del PSOE. Dio tiempo a que PP e IVIL aprobasen de forma definitiva y en solitario tanto la ordenanza como el reglamento de utilización de espacios culturales municipales, aunque acto seguido el regidor conservador anunció que se suspendía el pleno. La situación era insostenible. El reloj marcaba las 19,10 horas.

Mientras que la mayoría de concejales del gobierno salieron por una puerta secundaria, el alcalde y los dos tenientes de alcaldes (Elena Suárez y José Manuel Pardal), es decir, los puntales del Ejecutivo, dieron la cara y abandonaron la sesión por el acceso principal entre continuas peticiones de dimisión. La Policía pidió a los asistentes que dejasen paso, pero en ningún momento se vieron visos de que se fuese a producir un desalojo.

Portavoces del gobierno informaron de que se trataba de un receso de media hora, confiando en que la situación se calmase. Los grupos de la oposición, sin embargo, aseguraron no entender cuándo se retomaría el pleno. "El alcalde dijo que se suspendía hasta nuevo aviso", comentaba la portavoz socialista, Tania García.

Pasadas las siete y media de la tarde se reanudó la sesión con la presencia de todos los ediles del gobierno, los tres portavoces de la oposición (Tania García, María Villaronga y Juan Fajardo) y varios concejales socialistas. Pero por poco tiempo. Fajardo reprochó a Fole que no hubiese informado a los grupos de la suspensión del pleno y solicitó la anulación del mismo, pues el ambiente estaba ya más que crispado. A esta petición se sumaron PSOE y BNG. El alcalde, visiblemente molesto con la actitud de la oposición, a la que acusó de no conocer el reglamento, se decantó por suspender la sesión.

Previamente la secretaria dio cuenta de la normativa vigente, la cual establece que ante una situación de "desorden público", el presidente de la corporación (el alcalde, Tomas Fole) puede suspender media hora el pleno, y en caso de que superado este receso no se hubiese recuperado la normalidad, tiene la opción de celebrar la sesión a puerta cerrada o bien de aplazarla, convocándola en un plazo máximo de diez días hábiles. Esta última fue la decisión que tomó Fole.

Una "tomadura de pelo"

Antes de que la situación se descontrolase por completo y se pospusiese el pleno, se produjo un acalorado e intenso debate entre gobierno, oposición y público. Tras la larga intervención de Xurxo Abuín, el edil de Cultura respondió leyendo textualmente las alegaciones incluidas en el reglamento definitivo, una actitud que en opinión de la oposición fue una "provocación" al entender que el texto "no modifica en nada la sustancia del reglamento y es un maquillaje", censuró Fajardo (EU), quien acusó al gobierno de "tomar el pelo a los vecinos" sin haberle enviado previamente ni a ellos ni a los grupos políticos el documento definitivo.

Por su parte, María Villaronga (BNG), calificó la intervención de González de "indignante, aberrante y un insulto a la inteligencia de toda la ciudadanía". Atribuyó al edil de Cultura "cobardía política". "Cambia dos o tres palabras pero no el sentido restrictivo, recaudatorio y dictatorial de la norma. Esto es el gobierno de la pataleta", criticó la portavoz nacionalista.

La del PSOE, Tania García, también reprochó al Ejecutivo no haber remitido a la oposición el texto definitivo y consideró "una tomadura de pelo que nos vengan a decir cuando mueven una coma". "Señor Fole, está defraudando incluso a los que le votaron", dijo García, quien, al igual que BNG y Esquerda Unida, insistió en que el alcalde dejase sobre la mesa el reglamento cultural. Fole obvió la petición de la oposición y sacó la normativa adelante.

Xurxo Abuín, representante de los colectivos, se enfureció con la enumeración pronunciada por Francisco González. "Voy a hablar me lo permita o no. Esto es impresentable, que venga esa...", dijo dirigiéndose al edil de Cultura. "Llevamos cinco semanas trabajando en los textos alternativos y merecemos un respeto", exigió.