Marcelino Abuín Duro es historiador y trabaja en una empresa de gestión cultural. Durante el anterior mandato fue concejal de Xestión do Territorio e impulsó varias peatonalizaciones, como las de Rey Daviña y Castelao.

-¿Hubo mucha polémica en Vilagarcía ?

-Fue una apuesta arriesgada, que no todo el mundo compartía. Había comerciantes que nos decían que les condenaríamos al cierre.

-¿No le hicieron dudar esas reticencias?

-Dudar no, porque sabía que lo que había funcionado en otras ciudades, como Pontevedra, Oviedo o Santiago tenía que funcionar también en Vilagarcía. Pero si alguien pone peros a un proyecto tuyo hace que te lo pienses dos veces. Aunque gobernar también es arriesgar.

-Y ahora, ¿está orgulloso?

-Sí, porque cuando veo a los niños jugando en la calle y a la gente paseando pienso que es el modelo de ciudad en el que creo. Una ciudad en la que se facilita la relación entre las personas. Lo que se consiguió con estas obras es que la gente saliese más a la calle, que disfrute más cuando está en la calle. Y se incorporó Vista Alegre a la vida cotidiana de los vilagarcianos.

-¿Les quedó algo por hacer de su proyecto?

-Quisimos peatonalizar más en el entorno de la plaza de España, pero no llegaron los fondos del Plan E. Y en Rey Daviña nos quedó pendiente la iluminación de los edificios más emblemáticos. También sería interesante acometer una iluminación artística de Vista Alegre. Es una actuación cara, que entiendo que podría acometerse con el 1 por ciento cultural de Fomento.

-¿Por qué se levantan tanto los adoquines?

-Eso es por el tráfico y por la maquinaria pesada de las obras. No es porque escatimásemos poniendo arena, como se ha dicho algunas veces. La arena se escogió adrede porque evacua mucho antes el agua. Lo que necesita es un buen mantenimiento, y no esperar a que se estropee.