Luis Fernández Silvoso fue el décimo de los once hijos que tuvieron Enrique Fernández Álvarez, un sargento de carabineros de la Guardia Civil llegado a Cambados en los años 30 del siglo pasado, y "Pepita" Silvoso Prego, que pertenecía a una familia de gran arraigo en la localidad.

Nacido el 29 de marzo de 1954, Luis Fernández Silvoso recibiría, como muchos otros jóvenes nacidos en aquel tiempo en el seno de familias de clase media, una esmerada educación religiosa. Tanto que ingresó internado en el colegio franciscano de Palencia, de donde pasó al convento de Herbón (Padrón), en el que coincidiría con el pintor Antón Llamazares. Luis Silvoso se hizo novicio e incluso aspiraba a una vida de fraile franciscano. También estudió un año Filosofía en Santiago de Compostela. Pero, de repente, todo cambió...

Luis Fernández Silvoso es una figura singular de la historia reciente de Cambados. Su galería de arte, Borrón 4, era la más importante y dinámica de la comarca y fue un magnífico escaparate para docenas de pintores y escultores. Su prematura muerte, ocurrida el 7 de octubre de 2011, dejó descolocados y tristes a miles de arousanos -no solo ligados al mundo del arte- y significó el cierre de un interesante y fructífero proyecto cultural.

Pero algunos de sus amigos siguen teniéndole muy presente. Es el caso de la historiadora y profesora Maribel Iglesias y de su pareja, el pintor y también profesor Manolo Busto, que han terminado un libro sobre Luis Silvoso. El volumen, de unas 40 páginas, incluye sobre medio centenar de fotografías, y es un repaso a la vida y la actividad profesional del galerista. "Fue Manolo quien tuvo la idea de hacer un pequeño libro para recordar la figura de Luis Silvoso y empezamos a trabajar este verano", cuenta Maribel Iglesias. Para ello hablaron con la viuda, Teresa Escariz, que les proporcionó abundantes datos al tiempo que decidía hacerse responsable de la edición.

Una vez tomada la decisión de romper sus proyectos religiosos viajó por Europa, visitando países como Holanda y Francia, y recaló en Madrid, donde estudió Magisterio mientras se ganaba la vida con lo que le salía. Hasta un verano que volvió a Cambados para asistir a la boda de una prima y decidió quedarse. Abre entonces con un hermano un pub en la Ribeira de Fefiñáns -muy cerca de donde se encuentra el quiosco de prensa-, que se llamaba Jalú (acrónimo de Javier y Luis, nombres de los dos socios), y en él organiza su primera exposición. En ella un Francisco Leiro muy joven, que empezaba a dar sus primeros pasos artísticos, exponía unas pequeñas esculturas.

Tiempo después conoció a Teresa Escariz, una profesora de Palas de Rei (Lugo), a la que acompañaría en sus siguientes destinos profesionales en Baiona y Carril antes de recalar definitivamente en Cambados, y con la que tuvo tres hijos. Ya de nuevo en su villa natal, Fernández Silvoso regresa a la hostelería y abre otro local mítico, O Patín.

Una vez más organiza exposiciones de arte -él mismo pintaba algo- y crea con unos amigos un grupo autodenominado Extravagantes do Salnés. Pero la afición por el arte que Luis Silvoso llevaba dentro desde hacía tantos años germinaría definitivamente en 1998 con la inauguración de Borrón 4, una galería que puso en marcha en un bajo de la familia.

La primera exposición fue de un genio del arte gallego como Laxeiro, y a la inauguración acudieron desde Leiro a Manolo Paz pasando por aquel viejo compañero del convento de Herbón que en los 90 ya era un gigante de la pintura: Antón Llamazares.

Borrón 4 fue un hito para docenas de artistas, que encontraron en ella el altavoz que necesitaban para darse a conocer. Por ella pasaron Uxío, Lino Silva, Xaquín Chaves, Xurxo Alonso, Francisco Pazos, Xosé Manuel Castro, Saúl Otero, Manolo Busto... Gracias al escaparate que les brindó Silvoso en su local y en las ferias de arte a las que acudía varios de ellos se hicieron un nombre o ganaron admiradores.

Hasta que la muerte le sorprendió a principios de octubre de 2011. Para Maribel Iglesias, que estudió su biografía durante los últimos meses, Silvoso "tuvo una valía profesional enorme por mantener abierta una galería de arte durante 13 años en un pueblo pequeño, y con una oferta artística de calidad, a veces arriesgada y de vanguardia". Pero la historiadora también tiene elogios para la persona. "Era alguien muy fiel con sus amigos y los artistas, muy honesto. Una buena persona". El libro estará listo antes de final de año.