Aunque cuando se produce un episodio tóxico en las rías gallegas suele tenderse a la generalización para hablar de "marea roja", realmente esta definición popular solo es aplicable a la macroconcentración de una microalga llamada Messodinium rubrum, la cual tiñe las aguas de diferentes partes del mundo con un tono rojo intenso, y de ahí su nombre vulgar, aunque en Galicia suelen tener una apariencia más anaranjada o incluso marrón. Y esa especie, que por sí sola no es tóxica, pero que conlleva la aparición de células que sí lo son, ya está aquí de nuevo.

Esa gran mancha roja ha sido detectada frente a la costa gallega, y más concretamente a la altura de la ría pontevedresa, avanzando hacia la arousana.

Y va a seguir su recorrido, arrastrando con ella células tóxicas que, previsiblemente, poco a poco van a introducirse en las rías y a imposibilitar la comercialización temporal de ciertos productos, siendo esto, hay que insistir, un episodio absolutamente normal y perfectamente controlado por los equipos científicos, de ahí que no exista riesgo alguno para la salud pública.

Hace un año llegó a ocupar zonas del tamaño de la isla de Ons, y ahora es precisamente entre ese territorio insular y la boca de la ría de Pontevedra donde fue avistada la gran mancha roja, que desde luego no será la última.

Esta que es la verdadera marea roja, constituye un fenómeno natural que puede resultar espectacular, sobre todo si esta gran concentración de microalgas se observa desde el aire. Y si se dejan ver, puesto que suelen avanzar entre aguas y con movimientos verticales que dificultan su localización.

Las células suelen alcanzar la superficie del agua de día, para nutrirse de la luz solar, y por la noche pueden descender a más de quince metros de profundidad.

Es la denominada "migración vertical", un proceso que siguen con atención los científicos y que desata casi tanta expectación como la simple presencia y el avance de estas grandes manchas rojas provocadas por la acumulación de Messodinium rubrum.

Esta especie, hay que insistir, no es tóxica, pero de ella se nutren otras células y microorganismos que sí pueden serlo, entre ellos algunos tan conocidos como las toxinas lipofílicas, y particularmente la toxina diarreica (DSP), que es la que con mayor frecuencia suele afectar a los polígonos bateeiros y obliga a prohibir la extracción de mejillón.

Así pues, el hecho de que se aproxime la marea roja de verdad, o mejor dicho, que ya esté aquí, vaticina importantes cierres de bateas de mejillón, como de hecho pudo constatarse ya el sábado pasado, al cerrarse de un plumazo tres de los ocho polígonos bateeiros (los de Bueu) existentes en la ría de Pontevedra.

Cambio de escenario

Estos tres cierres suponen el punto final a un largo periodo de ausencia absoluta de fitoplancton portador de biotoxinas, lo que permitía que absolutamente todos los polígonos y bateas de mejillón estuvieran disponibles para la extracción y comercialización.

Con el cierre de los de Bueu pueden pronosticarse otros muchos en próximos días, tal y como indican los biólogos e investigadores consultados. Es, en cualquier caso, un proceso habitual en cada primavera.

Se multiplica a tal velocidad que pronto se cuentan millones por litro de agua

La Messodinium rubrum es, como explican los científicos gallegos, "un alga microscópica, porque tiene clorofila, pero es también un animal, porque se alimenta de otras plantas". Suele aparecer "en pequeñas concentraciones, y dado que se trata de células microscópicas no se aprecian, pero esas células se desarrollan rápido, de tal forma que de cada una nacen dos, dos dan lugar a cuatro y así sucesivamente, hasta lograr que en pocos días las microcélulas experimenten un desarrollo enorme y se cuenten millones por litro".

Es cuando se llega a esos niveles, como ocurre en la actualidad a la altura de la ría de Pontevedra, cuando el agua aparece coloreada.

En realidad este tipo de microorganismos siempre están presentes en las aguas, pero es cuando se reproducen y pasan a contarse por millones cuando su presencia llama la atención y da comienzo un proceso que, a la postre, puede provocar el cierre de bateas por la llegada de biotoxinas.

Otro episodio, hace casi un año

En mayo y junio de 2011 FARO alertaba de la presencia de grandes manchas de marea roja, en algunos casos del tamaño de la isla de Ons. Estaban presentes en la boca de rías como las de Pontevedra, Vigo y Arousa, pero en líneas generales se hacía patente en todo el entorno del Parque Nacional das Illas Atlánticas. Por aquel entonces los biólogos indicaban que "es como si vemos un estornino en la calle; no nos llama la atención, pero sin embargo todos nos quedamos mirando y resulta espectacular cuando vemos una bandada de cientos o miles de estorninos que se mueven de un lado a otro de forma sincronizada". Ese sería el efecto de las microalgas ahora detectadas en la costa gallega.

Llega el alimento que tanto se necesita

Que el fitoplancton portador de biotoxinas reaparezca en las rías es buena noticia, aunque provoque el cierre de bateas. Y es que significa que el alimento vuelve a entrar en las zonas de producción y que se renuevan unas aguas ya agotadas y sin nutrientes. El esperado fenómeno de los afloramientos define la llegada de estos aportes que nutren a especies como el mejillón.