El mercado del alquiler de O Salnés se resiste a resignarse a la amenaza de la crisis. En medio del convulso contexto socioeconómico que de un tiempo a esta parte domina el conjunto del panorama estatal, los propietarios arousanos de viviendas en alquiler no se resignan a ver mermado su margen de beneficios.

El alquiler de viviendas durante la temporada estival ha sido durante años un importante filón para la economía arousana gracias al elevado número de visitantes que la comarca acoge cada verano. En un gran número de casos se trata de un turismo familiar, que prefiere la comodidad y privacidad de un inmueble unifamiliar, ya sea casa o piso, a las prestaciones de un hotel.

Pero si durante muchos años encontrar una vivienda de estas características para los meses de julio y agosto fue en municipios como A Illa de Arousa, O Grove, Vilagarcía o incluso Cambados casi una odisea que requería de meses de anticipación por parte de los inquilinos, la situación empieza a dar señales de cambio.

De acuerdo con las explicaciones de distintos profesionales del sector inmobiliario de O Salnés, el mercado del alquiler comienza a acusar una tendencia a la baja en la comarca, que de momento está dejándose notar más durante el mes de julio que en el de agosto.

Si bien en años pasados a estas alturas del mes de julio resultaba ya imposible hacerse con una vivienda, piso o casa, para lo que queda del verano, ya no acontece así en esta temporada.

El bajón está notándose especialmente durante este mes, que siempre fue el más flojo del verano arousano en lo que a turismo se refiere. Pero agosto da también señales de resentimiento, y si en años anteriores las reservas para ese mes eran en muchos casos del 100% ya desde julio, fuentes consultadas apuntan ahora a una ocupación máxima del 80% que algunos disminuyen hasta el entorno del 40%.

En Vilagarcía todavía es posible hacerse con pisos en el centro de la ciudad, ya que las zonas más cercanas a los arenales siguen siendo las más demandadas, así como las semanas de las fiestas.

Sucede lo mismo en Cambados, donde el otros años infalible reclamo de las celebraciones del Albariño no ha surtido este verano el mismo efecto.

En A Illa y O Grove la demanda parece haberse resentido algo menos, y la ocupación se sitúa por encima del 70%.

En lo que sí coinciden los gestores inmobiliarios de todos los municipios del litoral arousano es en el cambio de actitud experimentado por los inquilinos estivales. "Gente que otros años venía para todo el mes ahora viene quince días, y gente que venía quince días quiere alquilar una semana o cinco días", aseguran.

Pero aunque los visitantes son más mirados con los precios, y en muchas ocasiones no dudan en conformarse con una vivienda más apartada de la línea de playa si pueden así ahorrarse unos euros, los caseros no parecen dispuestos, por el momento, a bajar los precios.

El precio de la quincena sigue situándose en un promedio de 700 euros, mientras que el alquiler por mes no baja en ningún caso de los 1.200, llegando en casos, dependiendo de las características de la vivienda, hasta los 2.000 euros mensuales.

El arrendamiento por semanas todavía no convence a los propietarios de viviendas arousanos, que se resisten a aceptar esta oferta que en muchos casos implica renunciar a alquilar la quincena, por lo que los precios medios en esos casos bajanen general muy poco de los requeridos por quince días de estancia.

La marca de calidad de las Rías Baixas parece seguir siendo, no obstante, garantía de éxito, y la fidelización de un alto número de visitantes, que año tras año repiten vacaciones en el litoral arousano, permite a muchos propietarios de viviendas capear la temporada.