Pilar Abal llevó ayer de la mano a su hijo hasta el colegio de A Lomba donde cursaba estudios en el aula específica desde septiembre de 2008 pero ambos tuvieron que regresar a casa veinte minutos después por una orden de Educación que impone que este alumno acuda al instituto Castro Alobre.

La decisión es producto de un error burocrático, reconocido por la dirección del centro, que tardó unos días en formalizar la prórroga de la matrícula el pasado mes de septiembre, por lo que el niño perdió una plaza que podría conservar hasta que cumpliese los 21 años de edad.

La prohibición sentó como un jarro de agua fría a la madre que aún albergaba la esperanza de convencer a la dirección de que A Lomba es el centro adecuado para prestar la atención que precisa este menor, afectado por una minusvalía psíquica bastante severa.

La madre considera un "despropósito y una locura" que Educación quiera integrar al niño en un instituto en el que no hay personal especializado, como ocurre en A Lomba donde además de recibir su educación ordinaria contaba con la atención especializada de un profesor de pedagogía terapéutica y un cuidador, lo que favorecía y repercutía en su integración social.

De hecho, el menor ya estaba adaptado al centro donde además de la escolarización y la atención especializada "usaba el comedor y congeniaba con varios amigos en el recreo".

Por eso, Pilar Abal considera ahora un "despropósito" que le obliguen al traslado de centro por un error que no se le puede atribuir a ella, pues confiaba en que su hijo pudiera proseguir en el centro hasta cumplir los 21 años, es decir, siete años más.

Afirma la madre del escolar que ella es partidaria de este tipo de centros integrados frente a los de educación especial propiamente dichos, por los beneficios recíprocos que reporta. "Siempre fui partidaria de la integración en los centros ordinarios y por eso elegí A Lomba que contaba con un aula específica creada en su día por la asociación Bata y que funcionaba tan bien", explica.

Por ello ahora dice que está dispuesta a cuantas acciones sean necesarias para lograr la permanencia de su hijo en el centro de Primaria.

Ayer mismo, Pilar Abal acudió a la delegación de Educación en Pontevedra para exponer la situación de su hijo al jefe territorial, aunque reconoce que la conversación no fue fructífera para sus expectativas.

Pero no se amilanará. "Iré de despacho en despacho" con la idea de aplzar la decisión del inspector de zona "al menos hasta que se resuelva el recurso que presenté ante la Consellería".

Ganar tiempo

Con ello ganaría tres meses, tiempo que le permitirá explicar los innumerables trastornos que supone enviar a un instituto a su hijo. "Soy su madre y sé qué limitaciones tiene. Mi hijo no está capacitado para acudir a un aula de ESO, aunque tenga la edad. Hace cosas pero a un bajo nivel", explica.

A la vez señala que se trata de un niño que requiere una gran atención en todas las facetas de la vida y de hecho, además del apoyo que recibía en el centro, profesionales de Bata acuden dos veces semanales a su domicilio.

Entiende que esta situación es justificación suficiente para que se soslaye un error administrativo. "No puede ser tan problemático subsanar un error de esta naturaleza" porque entiende existen razones objetivas para reparar la situación y permitir que el menor continúe sus estudios en el centro vilagarciano.

Pilar Abal recibió la comunicación del inspector de zona el pasado 2 de diciembre, es decir casi concluido el primer trimestre del actual curso escolar.

"Hasta el día 22, salvo dos días en que mi hijo estuvo enfermo, continuó yendo a las clases ordinarias y a las específicas, pero ayer ya no le dejaron entrar en el aula".

La situación provoca tanto a la madre como al hijo una gran preocupación, ya que en el domicilio "existe una gran tensión por esta causa".