La conserveras gallegas se presentan como un elemento fortalecedor de la pesca, la acuicultura y el marisqueo, pues de su funcionamiento actual y futuro dependen miles de familias en la comunidad autónoma.

Un ejemplo se encuentra en Pita Hermanos, una entidad fundada en 1932 en Vilagarcía que lleva al mercado marcas como Cuca y Massó, en las que se presentan desde mejillones a berberechos, pasando por almejas, navajas, zamburiñas, pulpo, anchoas, sardinas, sardinillas, ventresca, bonito, atún, calamares y chipirones.

Esta empresa da empleo a alrededor de 200 personas, de las cuales el 80% son mujeres, "de ahí que debamos prestar especial atención a la industria transformadora", indicaba ayer la conselleira de Mar, Rosa Quintana, durante la visita que cursó a estas instalaciones.

Lo dijo antes de conocer también la conservera Pérez Lafuente, en Vilanova, flanqueada en todo momento por el director xeral de Competitividade y la directora del Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino, Juan Carlos Maneiro y Covadonga Salgado.

Quintana, que va a recorrer "todas las conserveras de Galicia", quiere "conocer sus necesidades" y ofrecerles "una línea de colaboración para seguir fortaleciendo al conjunto del sector pesquero gallego".

Con motivo de la visita a Pita Hermanos –con fábricas en Vilaxoán (Vilagarcía) y Cabo de Cruz (Boiro)–, el consejo de administración de la conservera explicó que esta firma tiene unas instalaciones "de las que nos sentimos encantados porque priman, ante todo, la eficiencia y el cuidado de los trabajadores, que de este modo se sienten tan orgullosos de su labor en esta empresa como nosotros lo estamos de ellos y de nuestro producto".

Mejillones, uno a uno

Con una facturación anual cercana a los 30 millones de euros y un mercado especialmente fuerte en Cataluña, Canarias y Baleares, el tándem Pita-Cuca dice apostar "por la materia prima de Galicia" y por la innovación, con productos como las sardinas picantonas, medallones de pulpo al ajillo o a la jardinera y los mejillones fritos, empacados a mano. "Les quitamos el pelo uno a uno y a mano, como así los introducimos en cada lata, junto con un trozo de laurel", explicó el director de Pita, Gaspar Barreras.

"No sé si vendemos caro, pero lo que si sé es que nos cuesta mucho hacer un producto de tan alta calidad", indicó el representante de la compañía antes de insistir en que compran el 100% de su mejillón ya cocido, y en Galicia.

Dotada de laboratorio propio, acreditado por la Xunta, esta fábrica "analiza siempre la frescura y calidad de todo lo que produce, al igual que controlamos a diario el sistema de cierre de cada lata y, en definitiva, desarrollamos una política de calidad e I+D+i", explicó Gaspar Barreras a Rosa Quintana, quien destacó la trayectoria de esta industria y su filosofía de trabajo, "pues es evidente que apuestan por la calidad y, sobre todo, por el capital humano, que es lo más importante".