Las obras de la calle Rey Daviña han dado el último paso para que los trabajos de peatonalización sean una realidad. En la mañana de ayer se cortó totalmente el tráfico de coches y la calle se convirtió en un complejo laberinto peatonal entre cascotes.

A un mes y medio de que esté previsto que finalicen las obras, la calle está totalmente en obras, aunque en el primer tramo remodelado están ya las aceras listas.

Aún así, los vecinos siguen asegurando que van "muy lentas" ya que llevan tres meses con los trabajos y todavía, ahora, empiezan a ver algo de lo que será en un futuro la calle. Por otra parte, las quejas sobre el momento escogido para hacer la remodelación siguen siendo múltiples; los vilagarcianos siguen sin ver claro que unas obras de tal envergadura se llevasen a cabo en la época estival ya que entorpecieron mucho a los turistas que se dejaron caer por la localidad.

El cierre del último trozo de la vía, aseguran los comerciantes, no ha sido un entorpecimiento para sus negocios porque las obras en sí ya lo han sido todo el verano. "Nosotros lo único que queremos es que acaben rápido y bien", asegura una de ellos. Y es que afirman que este verano han visto notablemente disminuidas sus ventas porque al ver la calle así, la gente evita pasar por ella, por miedo a tropezar o caerse, simplemente porque resulta desagradable. Muchos establecimientos hosteleros, además, no pudieron poner sus terrazas de verano.

La suciedad y los ruidos fueron los principales motivos de queja para los que trabajan y viven en la zona. Y es que muchos locales trabajan con la puerta abierta; por eso, el polvo y el sonido que emiten los instrumentos de trabajo de los obreros han sido lo peor llevado.

La forma de trabajo en el lugar también ha sido cuestionada por muchos; la gente se cae, tropieza con las piedras y cables que hay por medio. Los transeúntes aseguran no entender por qué no ponen unas tablas o alguna superficie de chapa para que la gente pueda caminar con tranquilidad y sin miedo a caerse, sobre todo los mayores.