Las llamas arrasaron por completo Cordelería Chicolino, una empresa asentada en el lugar de Vilariño, en Boiro, que se dedica a la fabricación de redes, cuerdas y todo tipo de materiales para la pesca y la acuicultura. El fuego, que obligó a cortar la autovía, comenzó a las 13.30 horas, calcinó cientos de toneladas de material que se encontraba almacenado en una superficie exterior de 18.000 metros cuadrados de terreno y destruyó una nave de 7.000 metros cuadrados.

El incendio seguía activo al cierre de esta edición, y así iba a continuar toda la noche. "Arderá hasta mañana porque es imposible apagarlo, y lo que hicimos fue controlar la zona para que las llamas no salgan del recinto ocupado por la industria, pero no se puede hacer nada más", indica Protección Civil de Boiro.

La industria estaba situada en un triángulo de terreno cuyo vértice superior lo marca la confluencia de la vieja carretera comarcal Rianxo-Ribeira y la autovía de Barbanza. Ambas vías tuvieron que ser cortadas a eso de las cuatro de la tarde, permaneciendo así durante horas. El tráfico se desvió por vías secundarias, registrándose importantes retenciones, entre Boiro y Rianxo.

En las tareas de extinción participaron cuatro helicópteros, una veintena de vehículos de emergencias y un centenar de efectivos de Protección Civil, Grupo Municipal de Intervención Rápida, Policía Local, Guardia Civil y bomberos de concellos como Rianxo, Boiro, A Pobra, Ribeira, Noia, Brión, Ribadumia y Vilagarcía. Además de participar una pala excavadora, ambulancias y una decena de integrantes de las brigadas forestales, que intentaron evitar que el fuego se propagara al monte.

Tres bomberos fueron atendidos en el Hospital de Barbanza "por golpes de calor y quemaduras leves", mientras que otro acudió al centro de salud boirense con un esguince de tobillo.

También fue preciso atender a media docena de trabajadores de la industria que presentaban crisis nerviosas. Incluso se evacuó a una familia residente en una vivienda cercana, como medida preventiva.

Una columna de un negro y espeso húmedo alarmó a los vecinos de O Salnés pues era apreciable en un radio de cien kilómetros, tal y como confirmaron desde localidades como Ordes, Santiago, Marín o Pontevedra.

La magnitud del fuego, la virulencia de las llamas y las temperaturas extremas que se alcanzaron dificultaron enormemente las labores de extinción e impidieron que los bomberos se acercaran a las llamas, de ahí que el fuego continuara durante la noche.

Las redes de pesca, cuerdas para colgar el mejillón de las bateas, las cajas de madera para el envasado de productos acuícolas, plásticos y demás materiales hicieron que el fuego se extendiera con extrema rapidez. Buena parte de esos materiales están hechos con derivados del petróleo, madera, plástico y con poliamida, presente en la lana, la seda y el nailon usado en cuerdas y redes, de ahí la columna de humo y las dificultades para hacer frente a la catástrofe.

"Los helicópteros están lanzando agua de mar que apaga la llama, pero en cuanto se dan la vuelta, para ir a por más, el fuego vuelve a prender", declaraba un agente forestal presente en el dispositivo. "Si prendes fuego a una media de mujer, el humo se vuelve completamente negro y la media arde rápidamente, siendo casi imposible extinguirlo", explicaba gráficamente Juan José Fajardo Piñeiro, gerente de Cordelería Chicolino.

Juan Jesús Ares, teniente de alcalde del Concello de Boiro, confirmaba a las 19.30 horas que toda la propiedad de Chicolino había quedado reducida a cenizas, centrándose las labores posteriores de los bomberos en enfriar una nave cercana y controlar la zona arbolada situada entre la cordelería y la autovía.

El propio concejal declaraba que el fuego había comenzado "justo al lado de la autovía, en una pequeña superficie de apenas 20 metros cuadrados donde se encontraban amontonadas las redes. Todo parecía indicar que iba a ser controlado con facilidad, pero a causa de las altas temperaturas y la rápida propagación de las llamas no fue posible evitar el desastre".

También denuncia Ares que "los medios aéreos tardaron muchísimo en llegar", y dado que el fuego avanzaba imparable hacia la nave central, "los trabajadores se apresuraron a salvar lo que pudieron, cargando en un camión ordenadores, enseres de oficina, pagarés y documentación de todo tipo".

Mientras un agente forestal apuntaba que sus compañeros le habían confirmado por radio que la columna de humo se veía desde Ordes y Santiago, otros advertían de la presencia de material altamente inflamable. Algunos bidones explotaron y saltaron por los aires, elevándose a una altura de casi cien metros y estallando en pedazos.