Las explosiones "controladas" que se llevan a cabo para retirar piedra del monte y ejecutar el nuevo vial de acceso al Puerto de Vilagarcía vuelven a causar desperfectos en viviendas. Esta vez ocurrió en la parroquia de Rubiáns, también con mucha suerte porque, a pesar del impacto de una gran piedra en el jardín de una casa, sólo se registraron daños materiales. Se da la circunstancia de que uno de los habitantes de la casa estaba en la entrada de la vivienda a, aproximadamente un metro y medio de donde cayó la piedra que podría pesar unos 50 kilos.

El suceso ocurrió ayer al mediodía cuando los operarios de las obras del vial portuario procedieron a ejecutar una explosión para romper una piedra. Según señalan los vecinos, estas "voladuras" se llevan a cabo sin poner ningún tipo de red de protección para evitar que los trozos de piedra salgan disparados sin control.

Uno de estos trozos fue a impactar en el jardín de una casa. "Creí que era un tifón. Movió incluso varias tejas del techo que están pegadas a la uralita, cayó en el suelo e hizo un gran agujero. Mi marido estaba en las escaleras a un metro y medio de donde cayó la piedra", expresó María, la dueña de la casa.

La tierra que desplazó la piedra para enterrarse en el suelo fue a parar a la fachada de la casa de dos plantas. No es la primera vez que esta familia sufre las consecuencias del impacto de piedras procedentes de las obras de la nueva carretera, aunque anteriormente las piedras que llegaron a su casa fueron más pequeñas y sus consecuencias mucho menores. De hecho, sólo presentaron reclamación ante la empresa encargada de las obras en la jornada de ayer.

Los responsables de la dirección de la obra se personaron en la casa, tomaron fotografías de los daños causados, y ordenaron a los operarios la inmediata limpieza de la fachada para retirar la tierra desplazada, así como la reparación de las tejas dañadas en el techo de la casa.

Los propietarios de las viviendas próximas a las obras demandan más medidas de seguridad para evitar estos incidentes. Los problemas no sólo se registraron en la parroquia de Rubiáns. En Cornazo, los vecinos presentaron denuncia y se dispusieron a paralizar las obras, asunto que se resolvió con la mediación de Concello y Xunta, que controla la potencia de las explosiones.