Rande está a punto de entrar en la cuarentena en su mejor momento: en los compases finales de sus obras de ampliación, que lo dotarán de dos nuevos carriles y refuerzos en los tirantes y cabezales, y con una intensidad de tráfico creciente. El próximo viernes 1 de diciembre, el emblemático viaducto soplará las 40 velas. Aunque la cinta de la inauguración con los fastos oficiales no se cortó hasta el mediodía del 7 de febrero de 1981, cuando se había finalizado el conjunto del tramo de autopista entre Vigo y Pontevedra, las constructoras encargadas de levantar al puente habían dado por terminadas las obras más de tres años antes: a principios de diciembre de 1977.

Ese día se puso punto y final a todo un reto de la ingeniería que había arrancado el 17 de diciembre de 1973. Hoy, cuatro décadas después de que se c u l m i n a s e n aquellos trabajos, están a punto de finalizar otros no menos complejos: la ampliación de ese mismo viaducto, que incorpora dos nuevos carriles exteriores gracias al refuerzo de los cabezales y tirantes. "Supone un hito en la historia de la ingeniería civil", apuntan desde el Grupo Puentes, una de las empresas encargadas, junto con Dragados, de acometer esa labor.

Cuatro décadas después, Rande vuelve a centrar la atención de los ingenieros de todo el mundo.

Entre 1973, cuando la primera perforadora se hendió en los márgenes de la ría, y principios de diciembre del año 77, momento en que las empresas dieron por finiquitada su labor, se acometió una obra que puso a prueba la ingeniería del momento. En el tablero que enlazaría Redondela con O Morrazo llegaron a trabajar de forma simultánea un centenar y medio de operarios sin pausa, 24 horas al día y 365 días al año. El objetivo: cumplir con el calendario previsto y dar forma a un puente atirantado con una luz central de 400 metros, la mayor del mundo en aquella época para una infraestructura de esas características.

El acto de inauguración oficial, encabezado por el director general de Carreteras, Juan B. Diamante, no llegó hasta febrero de 1981. Antes de esa fecha el puente acogió marchas ciclistas o carreras infantiles.

El tránsito de vehículos no solo era complicado por el estado de los accesos. Faltaba también la prueba de carga que debía certificar la robustez de la infraestructura y que no se realizó hasta principios de los años 80. Para llevarla a cabo se llenó el puente de camiones.

Cuando Rande superó todos los controles se celebró una inauguración que incluía una ceremonia religiosa y un banquete que tenía como "plato estrella" una tarta con forma de viaducto.

Desde aquella instantánea de hace tres décadas con Rande repleto de camiones y remolques, la situación del puente ha cambiado de forma considerable. De los cerca de 18.000 vehículos diarios que acogía en sus orígenes, pasó a los algo más de 56.300 con los que cerró de media el año pasado. Ese repunte de actividad y los frecuentes atascos que saturan el vial en verano -cuando aumenta la afluencia de conductores con O Morrazo- o cada vez que se registra un accidente, han obligado a ampliarlo con dos nuevos carriles.

Tras varios retrasos en el plazo de finalización de las obras -fijado en un inicio para abril de 2017-, la UTE formada por las firmas Dragados y Puentes trabaja con intensidad para culminar la ampliación antes de 2018.