Opinión

Los suaves

Llámenme intolerante, pero recelo de las personas suavecitas. No quiere eso decir que apruebe los gritos pelados de la ministra de Igualdad en el Congreso ni las soflamas a boca llena de la exministra de lo mismo, pero las entiendo, tal vez, porque una también es de alzar la voz a destiempo.

Por eso me estomaga hasta la náusea la actitud suavona de Yolanda Díaz, sobre todo cuando incide sobre un chulángano como Puigdemont, y perdónenme el exabrupto.

Yolanda, sin embargo, en este momento enternece, pues los tiempos no le sonríen, y, tal vez por eso, en lugar de acudir a la traca final de la campaña vasca, como fue a recoger pellets a las playas gallegas, se ha quedado a ver un documental de Buñuel y Galdós, que priorizar a Don Benito la redime.

Cuentan que la dulce ministra demanda que las grandes productoras de moda fabriquen menos ropa, porque hay mucha y se tira mucha y no necesitamos tanta. Díaz quiere que reutilicemos y reciclemos, como de siempre hicieron las familias numerosas y doy fe, aunque en mi casa era mi hermana pequeña la pobre que nunca estrenaba.

Una no entiende por qué tiene la ministra de Trabajo que meterse en nuestro guardarropa o limitarlo, sobre todo con lo que le gusta estrenar a ella, pero es que, a veces, las personas tan suavecitas guardan una alma autoritaria y meticona.

Es Illa también personaje suave, pero, en este caso, se me ocurre que el continente se corresponde perfectamente con el contenido y no puedo por menos que sentir una cierta ternura y simpatía por el personaje y más ante el incierto futuro que le aguarda. Veremos si al fin es sacrificado, para que su jefe pueda seguir rigiendo nuestros tristes destinos.

El último suave al que me referiré hoy será ese Otxandiano de Bildu, que con voz melosa es incapaz de llamar terrorista a ETA mas luego hipócritamente pide perdón si ha herido la sensibilidad, ¡la sensibilidad!, de las víctimas.

Y es que si, como escribiera Lope, “mal puede tener la voz tranquila quien tiene el corazón temblando”, a este individuo, los crímenes de ETA le dejan el corazón impávido.

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