Anteayer no comimos dos Hiperoartios, o sea una pareja de agnatos a los que se llama habitualmente lampreas. ¡Estaban buenos los Hiperoartios a la bordalesa, transfigurados en la cocina del mesón Compostela, un local emblemático de esta ciudad y caracterizado por su respeto a la tradición culinaria desde la barra a los fogones! Comí con Telmo Domínguez, Ángel Vence y Luis Piñero, y a fe mía que estaban ricas las lampreas, aunque tengan aspecto de alien y sean más antiguas que los dinosaurios. Son feas pero un exquisito bocado ancestral aunque lo mejor de la mesa fue la tertulia, que con Telmo siempre es chispeante por la información y memoria que tiene, y ese amor por el cine que le permite, en el caso del español, recitar de memoria casi el guión de La Escopeta Nacional. Rizando el rizo de la ironía, dice él que, desde que murió Jesús Gil, España dejó de existir como nación. De vuelta a casa, me encontré en La Centralita con el director de cine Ignacio Vilar (sí, el de "A esmorga", el de "Sycixia"... ) que, cuando le hablé de mi lampreada ,refraneó: "A lamprea, en febrero para o amo, en marzo para o criado", "Lamprea cucada, lamprea mermada". Claro, dice él que antes de desovar, cuando aún no cantó el cuco, la hembra es un bocado selecto en el que, por su recorrido, pasas "dun chorizo dos Ancares a unha robaliza do atlántico". ¡Vaya poesía le da Vilar a la lamprea!

El alma atlántica de Raquel

Y si en La Centralita estaba Ignacio Vilar, en La Central me encontré el día anterior con Raquel Robledo, con cuya amistad tengo una larga estancia. Raquel es un modelo de iniciativa desde que, hace 18 años, montó Franquiatlántico, una feria de la franquicia en Galicia, que luego abrió también en Bilbao y Pamplona con la denominación Frankinorte. Raquel, que es una mujer luchadora y con una mente en ebullición, dirige una plataforma digital, franquiciasenred, pionera en el sector franquicias y negocios, y está poniendo en marcha el salón Atlantic Bike para octubre. No sé cómo puede con tanto al mismo tiempo.

El alma acróbata de Stella

Y ya tengo en mis manos Alma acróbata, el último poemario de mi amiga Stella Maris. Antes fue Pálpito Súbito, su libro primero, su desnudo hecho carne con palabras que corrían el riesgo de envejecer en los cajones de su mesilla de noche y olvido. Versos nunca dichos cogidos al vuelo del tiempo, liberados al fin al galope desbocado de un nuevo paisaje. Stella, que se jubiló el pasado año como catedrática de Francés, halla ahora en la poesía su escape emocional, la expresión sincera de lo que podríamos llamar autobiografía sentimental de una mujer madura, lo que fue, lo oculto, amor, desamor.

El alma cordial del Picadillo

Creo que fue en 2009 cuando Ángela Domínguez abrió en la calle Fermín Penzol de Vigo el Picadillo, al que infundió su cultura culinaria, tras estudiar en el Centro Superior de Hostelería de Galicia y trabajar varios años en el reputado restaurante España de Lugo. Ángela cambió de aires porque le apetecía abriendo fuera de Vigo y ahora quienes han tomado las riendas mantienen e incluso superan ese tono culinario internacionalista que lo distingue. Estuve allí con cuatro engalanadas damas, estaba lleno y tanto desde la cocina como desde la sala quienes lo atienden se pelean por ser amables, profesionales, sencillos pero sorprendentes en los platos y, al tiempo, económicamente asequibles. Y lo consiguen.