La tormenta que descargó sobre Pontevedra entre el 4 y el 5 de diciembre de 1929 fue peor que su antecesora en 1914 a causa del fuerte viento y la descarga eléctrica. Al desbordamiento del Lérez se sumó también el río dos Gafos.

Al amanecer del día 4, el caudal del Lérez cegó los arcos del puente del Burgo, se desbordó rápidamente y entró en el Mercado. Pescaderos, tablajeros y demás vendedores pusieron a salvo como pudieron sus mercancías. El agua abnegó la plaza de Valentín García Escudero y las calles más cercanas: César Boente, Arco, Puente, San Telmo y Real. Probablemente fue la vez que el agua llegó más lejos, hasta los aledaños de la plaza del Teucro.

Otro tanto ocurrió en La Tablada, cuyo río derrumbó el muro de la finca de los marqueses de Leis. Allí la tragedia rondó la casa de Santiago Sanmartín, puesto que el agua subió tres metros. Los bomberos tuvieron que rescatar a la familia de Juan Sexto, oficial de Hacienda, que ocupaba el primer piso.

La tintorería de Isolino Solla se llevó la peor parte en el barrio de A Moureira. El agua llegó hasta el tejado de su casa y afectó a una maquina sin estrenar. Parte de la cubierta de la Plaza de Toros cayó sobre las casas cercanas. Y se vino abajo el Puente Nuevo sobre el río dos Gafos junto al Monte do Taco.

La gravedad de la situación puso en valor la actuación del Cuerpo de Bomberos, que recibió el aplauso unánime. El Mercantil promovió a su favor una suscripción que abrió con 50 pesetas. Muchos vecinos se sumaron con aportaciones, entre 1 y 5 pesetas. La recaudación ascendió a 589 pesetas, que recogió el jefe del servicio, Luís Huesa, para repartir entre sus miembros.