La noche del domingo teníamos en Vigo y Galicia dos fuegos amenazantes de efectos destructores ambos: el fuego real que quemaba las tierras que habitamos y el fuego fatuo puigdemontiano de las ideas con que desde una parte de Cataluña quieren incendiar las tierras españolas y encender a sus habitantes en base a un pretencioso derecho a decidir sobre las que habitan. A mí me interesaba fundamentalmente el primero, el que protagonizaban las gentes de Vigo y la Galicia toda formando cadenas humanas no para separarse de otros sino para sumar esfuerzos con otros. Todo lo contrario. No para quemar las naves sino para evitar que se quemaran. Y uno tiene razones para sentirse orgulloso de los coterráneos más directos, los que sudaron codo a codo en Valadares, Samil, O Castro, Vincios, Baiona, Nigrán, Redondela, Soutomaior... Los que se echaron a la calle para defenderse unidos de un invasor real, el fuego, y no por sentimientos flamígeros sobre invasores supuestos, que chamuscan la vieja convivencia.

Arde Camacho por Hipatía

Hoy empiezo a escribir con Hipatía, Urania como música de fondo. Una obra (obrita, dice él) para orquesta compuesta recientemente por Tomás Camacho en recuerdo de la filósofa del siglo IV Hipatia de Alejandría. Supongo que Tomás, exdirector del Conservatorio de Vigo, introductor en Galicia de la escuela del maestro Andrés Segovia y, junto a Uxío Mallo, creador de la Agrupación Guitarrística Galega, asociación que dio un gran impulso a la evolución de este instrumento en Galicia, sigue viviendo en Tui, a los pies del monte Aloia, componiendo desde allí y desplazándose a donde un concierto le reclame. Hipatía es una filósofa de siglo IV; Tomás un músico del XXI al que sedujo la pensadora.

Sádaba, el pensar ardiente

Hablando de filósofos, ¡qué placer saludar ayer al filósofo Javier Sádaba, que sentaba su cuerpo pensante en una mesa de La Central junto a su colega Avelino Muleiro, presidente del vigués Grupo de Filosofía Aletheia! Claro, ayer inauguraron las XXIV Xornadas de Filosofía, en esta ocasión sobre la medicina, y Javier era uno de los ponentes, con una charla sobre "Vivir muriendo, morir viviendo". Conocí a Javier en los años 80 en un verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, pero cuando tuvimos una charla de confidencias fue hace unos años, una noche tras su conferencia en el Club FARO. ¡No solo especula con el pensamiento, tiene una memoria prodigiosa este Sádaba laetus et admirabile porque se acordaba de todo!

Y el hipercocido migueliano

Pero no solo de pensar vive el hombre, también come gozoso. El pasado viernes y para catar el vino de la nueva cosecha, el industrial Miguel Ucha y su esposa la inglesa Rhona Cameron, sentaron a su diestra y siniestra en su casa de Nigrán a amigos varios ante un cocido de mucho respeto. Allí asentaron sus estómagos y dieron rienda suelta a su espíritu tertuliano gente como Ángel Atanes, Oscar Delgado, José Luis Crespo (que de paso daban seguridad al conjunto, que de eso saben) , Emilio Boullosa, Manolo Martínez (sí, ese industrial de la construcción conocido por su furancho en Maceiriñas), Carlos Castro, Enrique Álvarez, Choles Martínez, Manolo Barciela, Antonio Fernández, Constantino Carrera... Cada cual en lo suyo y el cocido en lo de todos. Me dicen que hubo loas y cánticos de exaltación a la amistad. Amén.