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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El "low cost"

Si se analizase sólo a ojo de buen cubero la reflexión del presidente Feijóo tras la crisis de Ryanair y la responsabilidad de la Administración a la hora de destinar fondos públicos a empresas privadas sería inobjetable. Sobre todo cuando se refirió a la obligación por parte de quien dispone de esos fondos de cuidar de que se destinen, y con las debidas garantías, a los fines para los que se suponen concedidos. Y en el caso de la compañía aérea irlandesa, con miles de pasajeros en tierra y docenas de pilotos en traslado a otra empresa, exige mejor explicación que la aportada.

Ocurre que, más que referencia, lo que hizo su señoría fue, al citarlo, una alusión crítica al Ayuntamiento de Vigo. Y de paso, además -si es posible a estas alturas- exaltó los ánimos más de lo que ya están entre la Xunta y su presidente y el gobierno de la ciudad más importante del país y su alcalde. Algo que, dicho como opinión personal, parece un error, especialmente en vísperas ya del comienzo de la aún lejana precampaña electoral municipal y con todas las cifras y estadísticas pertinentes apuntando a que Peinador es un aeropuerto favorecido por los acuerdos con la entidad ahora en problemas.

Naturalmente, el presidente Feijóo es muy dueño de negar que su referencia genérica a la inversión pública en el "low cost" aéreo se destinase, como crítica a la política del alcalde olívico y su gobierno en favor de, entre otras, Ryanair. Pero la memoria permite sustentar la tesis de la alusión y los números también: antes del problema, Peinador había sido el aeropuerto gallego de mayor crecimiento en los últimos meses y eso quiere decir que aquella política estaba bien orientada para el fin perseguido, que era aumentar el número de viajeros. Punto.

En todo caso, lo más reprochable de esa presunta crítica es el hecho de que hace unos pocos años, esta misma Xunta no ponía reparos a Santiago y A Coruña, entonces con alcaldes del PP, a la inversión de dinero municipal en sus aeródromos, mientras Vigo se quedaba a verlas venir. Y aunque esto no le guste leerlo a su señoría don Alberto, se siente así allí y hasta podría justificar en parte, bien manipulado, el malestar que se siente en una parte notable del electorado vigués hacia el gobierno de la Xunta. Con razón o sin ella, pero se siente, y eso hay que hacérselo mirar.

Ya puestos, y desde la lealtad para con el país y sus instituciones democráticas, no sobrará otra opinión: la de que todas estas cosas podrían superarse con una política de coordinación entre los tres aeropuertos gallegos. Peo esa es una asignatura pendiente durante los mandatos de todos los gobiernos que en Galicia han sido, lo que no constituye una excusa sino una crítica aún mayor. Porque para "hacer Patria", su consecución necesita un proyecto común, y cuando falta ese proyecto -lo dijo recientemente un brillante analista del panorama gallego- casi todo es conflicto. A ver si alguien, por fin, toma nota y lo arregla.

¿ Eh??

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