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Joaquín Rábago.

Los millones de los ex políticos

Mientras ocupan el cargo se dedican a darles a los ciudadanos lecciones de moral o de austeridad en el gasto , pero en cuanto lo dejan, se olvidan de sus prédicas.

Pocos ex jefes de Gobierno tan ricos hoy como el laborista de la Tercera Vía Tony Blair o el socialdemócrata de las reformas laborales de la Agenda 2010 Gerhard Schroeder.

El británico acumula casas y apartamentos en Londres y otras ciudades del país mientras su igualmente codiciosa esposa, Chérie, se dedica al cabildeo para que el Gobierno no aumente los impuestos a los propietarios inmobiliarios.

Blair, uno de los hombres que lanzaron con falso pretexto la guerra de Irak para deshacerse del dictador Sadam Hussein, se dedica hoy a asesorar a dictadores de repúblicas ex soviéticas o a monarcas feudales de la República Arábiga.

Mucho más rico aún, según los medios que se ocupan de valorar las fortunas ajenas, es el alemán Schroeder, quien, gracias a su amigo Putin, presta hoy sus valiosos servicios a la compañía gasista rusa Nord Stream como presidente de su consejo de vigilancia.

Algunos medios como People with Money le calculan una fortuna de 215 millones de dólares.

Lo mismo ocurre al otro lado del Atlántico, donde la pareja Bill y Hillary Clinton, que abandonaron la Casa Blanca fuertemente endeudados por culpa del affaire del presidente con una becaria, tienen hoy, según la American University, de Washington, una fortuna de 75 millones de dólares.

Aunque la emisora CNN cifra en 150 millones el dinero ganado por el matrimonio sólo con sus conferencias (unos 200.000 dólares por charla) , buena parte de ese dinero se fue en pago de impuestos, amortización de deudas, en la fundación familiar, pero también en las dos frustradas campañas presidenciales de Hillary.

El último en convertirse en multimillonario expresidente es Barack Obama, que si bien no se dedicó a cortejar a Wall Street como los Clinton, parece haber sucumbido también ahora a la tentación del dinero, aceptando dar una conferencia a banqueros de inversión por 400.000 dólares.

Y no es que los expresidentes tengan que recurrir a las conferencias a banqueros o a escribir sus memorias para subsistir puesto que desde 1958 una ley les garantiza una pensión que es ahora de 200.000 euros anuales además de protección personal y un despacho, que en el caso de Clinton costó en 2015 a los contribuyentes más de 410.000 dólares.

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