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El meollo

Todo sigue igual

El meollo de la cuestión está saber si la remodelación del equipo de gobierno del BNG en el Ayuntamiento de Pontevedra obedeció única y exclusivamente a las nuevas ocupaciones de Césareo Mosquera en la Diputación y Luís Bará en el Parlamento, o si hubo alguna otra circunstancia con más chicha que aconsejó esa redistribución de papeles y funciones para que la vida siga igual entorno al alcalde Lores.

Nada cuenta ni importa de verdad en el devenir municipal, con tal de que el alcalde esté en plenas facultades. Y nuestro día a día no evidencia el menor síntoma de agotamiento, hartazgo o incomodidad de Lores, mal que le pese a Moreira, Fernández, Rei y Rey.

O sea que los demás miembros de su candidatura lo mismo valen para un roto que para un descosido. Todos saben de todo por decreto, como resulta bien sabido. Por eso asumen sin fruncir el ceño cualquier función o responsabilidad que establezca el alto mando, por muy alejada que esté de sus perfiles profesionales y de sus habilidades intuidas más que demostradas.

Los politólogos locales realizaron sus análisis, después de hablar con los unos y con los otros en busca de algunas claves desconocidas. Pero se toparon con el mismo cuento de siempre: prietas las filas, ni una mala cara, ni una palabra altisonante; todos encantados de conocerse y, sobre todo, de estar donde están.

Al fin y al cabo, Lores no trató de molestar o castigar a nadie con sus cambios de funciones. Los verdaderos ascensos se produjeron por antigüedad y quienes no recibieron más responsabilidades fue porque probablemente no las quisieron. En clave sucesoria, ni una sola señal, aunque el destino ya está escrito en las estrellas.

Seguramente lo más relevante de esta remodelación fue, una vez más, que Lores y el BNG manejaron el proceso a su antojo. Hasta la mañana del jueves 20, cuando el alcalde anunció la buena nueva de su equipo de gobierno, no hubo una sola filtración sobre lo que estuvo cocinando el chef Lores, tres estrellas Michelín de la política local. Todavía se desconoce que receta de la abuela aplicó a esta lucida tarta corporativa, ni cuánto tiempo empleó en su condimentación, ni quienes fueron los ayudantes de cocina que estuvieron desde el primer momento en el meollo de la cuestión.

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