Fabricamos vehículos de motor, construimos edificaciones e infraestructuras, producimos energía, comerciamos con bienes al por mayor y al por menor, realizamos actividades inmobiliarias, gestionamos dinero, somos técnicos profesionales, somos agricultores y ganaderos, servimos comidas y bebidas y tenemos una administración pública bastante grande si sumamos la educación y la sanidad.

Estos sectores económicos que acabo de indicar, son 14 de 65 que determinan el marco económico gallego, representando el 62,5% del total. Curiosamente solamente catorce superan unitariamente el 2% del valor añadido al PIB de Galicia, siendo los más destacados, la construcción, las actividades inmobiliarias y el comercio mayorista. Quién lo iba a decir.

El total de valor añadido al PIB, según el magnífico artículo de Julio Pérez este domingo pasado en FARO DE VIGO, se cifra en 50.000 millones de euros que puesto en relación el millón aproximado de personas ocupadas, obtenemos que el valor añadido en Galicia está en 50.000 euros ocupado per cápita.

Estas cifras nos dan la pista de cómo se conforma la estructura económica gallega, destacando un perfil de economía diversificada. Es verdad que otras economías altamente especializadas e industrializadas son más ricas y poderosas, pero en el momento de dificultad clave se transforman en gigantes de barro. No propugno vernos por la línea abajo, sino que estimo que una economía periférica y más pequeña, pero muy diversificada como la gallega, tiene mayor capacidad de aguante ante la crisis y la prueba está en que hemos logrado sobrevivir a una de las más largas, persistentes y transformadoras que ha experimentado las economías desarrolladas, habiendo alcanzando ya los niveles anteriores a la crisis, con una mejora sustantiva de la productividad.

Además la diversificación económica unida a la flexibilidad y el dinamismo, propio de las pequeñas empresas, sobre todo tecnológicas, está propiciando a mí entender el impulso de la combinación de conocimiento técnico y científico, innovación tecnológica, creatividad, diferenciación y proyección de nuevos productos y servicios a los mercados. Estoy hablando de nuevos proyectos de inversión de mejora tecnológica que están realizando muchas empresas ya establecidas o los nuevos emprendimientos que están llevando a cabo nuevas generaciones de emprendedores que cada día nos sorprenden con iniciativas muy imaginativas de contenido y francamente adaptables a la capacidad financiera del país.

*Economista