Galicia no se va a quedar al margen en la elección del nuevo presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores. Por tanto, y atendiendo a lo hace días señalado por el presidente de la Federación Galega de Confrarías de Pescadores, Tomás Fajardo, los primeros apoyos a esa candidatura (no oficial todavía) deben estar garantizados y ser la base en la que el candidato se apoye para dar el salto a Madrid, como en su día hizo Genaro Amigo Chouciño.

Va a haber muchas trabas. Incluso incomprensiones. Qué decir de las presiones que se comenzarán a ejercer nada más saber de tal candidatura. Pero, por el bien del conjunto de pósitos españoles y lo que estos representan para la flota de bajura de este país, lo lógico es dar un paso adelante y no esperar a que, por la carencia de candidatos y al ser todos elegibles y electores, se proceda a la designación de, tal vez, quien menos pueda representar, bien como marinero o como armador, los intereses de un sector ahora mismo en las peores horas de su historia.

Desconozco, a día de hoy, si el candidato gallego puede resultar elegido finalmente. Pero si cuenta de partida con el apoyo de los alrededor de 60 cofradías de pescadores gallegas que pueden emitir sus votos, habrá dado un paso decisivo para lograr que los cofrades de otras comunidades autónomas hagan piña y le otorguen los sufragios necesarios para alcanzar esa representación mayoritaria que incluso le permita aupar a los órganos de gobierno de la federación nacional a significados patrones mayores o presidentes de las federaciones; o armadores y tripulantes, mariscadoras, etc., que reafirmen la urdimbre de ese tejido social y económico que, a día de hoy, significa la red de cofradías existente en el litoral español.

Armador y patrón mayor de una cofradía muy significada en Galicia, el candidato no es nuevo en el oficio y sabe qué es lo que se juega en el envite. No va de farol. Y sé de buena tinta que para él es fundamental que los órganos de gobierno de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores no sean meros títeres y estén decididos a hacer frente, en primer lugar, a las cuestiones que en este tiempo más condicionan el desarrollo socioeconómico de un país que, siendo pesquero y mariscador, no quiere perder sus opciones ante una acuicultura potenciada al máximo por organismos oficiales y empresas privadas que se basan fundamentalmente en la industria mejillonera y el marisqueo para hablar de futuro y de puestos de trabajo a crear.

Las bateas, como el raño del mariscador, hace años están integradas como segmentos del entramado marítimo-pesquero, especialmente en Galicia. La acuicultura que aquí y en otras comunidades autónomas españolas se rechaza tiene más que ver con otras producciones ajenas a las citadas y que intentan hacer competir con la denominada pesca salvaje.