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De un fraternal convite

Pasó el San Martín y con los privilegios cárnicos de ese animal porcino de cuya matanza ya se habla en la Biblia o en el Quijote, que tanta hambre aquietó en Galicia, hicieron festejo en casa del empresario Miguel Ucha, en A Ramallosa (Nigrán). Conocido es el talante hospitalario de Ucha y sé que hubo fraternal comida con un numeroso grupo de amigos entre los que se encontraban José Rodríguez, Enrique Gómez, José Manuel Nieto, Emilio Veloso (que hizo las funciones de cocinero), Eulogio Abeleira, Magar, Emilio Boullosa, Pepe Rodríguez, Carlos Castro y José Luis Chamorro. Habría que hacerles un reconocimiento por el arrojo con el que hicieron frente a empanadas, chorizo, hígado encebollado, raxo, callos con garbanzos... Regado todo con los vinos de la finca, salieron de allí mucho más amigos, no sin haber dedicado emotiva memoria al exalcalde de Cangas Chapela, amigo, del que el abogado José Manuel Nieto escribió una hermosa carta "in memoriam".

Rocío, también el de Bouzas

Cuando todas las artes se hunden, el noble arte de la cocina permanece vivo. No quiso el azar que yo participara de tal festín pero, hablando de los placeres de la mesa, ya pesan también sobre mí los culinarios compromisos de estas fiestas. El viernes comí algo tan sencillo como un rape rebozado en Lamari que estaba de gloria. Pero el sábado, ¡ay el sábado! La competente y arrojada dama Samanta Buendía, la que testó su vida con el probo emigrante retornado en la flor de su juventud Benito Pereiro, nos invitó en el Rocío de Bouzas, un restaurante que ya va por su tercera generación desde que era tienda con bodega y del que ya me deshice alguna vez en elogios. No me arrepiento porque no sufrí el único defecto que padece, la sonora acústica cuando está lleno, y encima comí como un tudesco financiado por la Buendía, que celebraba un cambio en su vida. Hicimos un introito con su zapata, probamos camarones y cocochas y, mientras yo disfruté unas anguilas que media hora antes coleteaban, vi por la mesa un coruxo guisado, un lenguado... Volveré cuanto antes.

O Vello, nunca tan de todos

Yo creo que nunca hasta donde mi memoria alcanza (y alcanza mucho) el barrio viejo de Vigo vivió tal magnitud de visitantes, tal afluencia de gentes como estos días navideños. En realidad está así todo el año. Ni siquiera cuando este barrio era el único centro de la ciudad y su único corazón comercial y residencial. No digo que corra el riesgo de morir de éxito aunque es un aviso que haya una descompensación hacia la hostelería que debería controlar el Ayuntamiento. Anteayer, allende las murallas, me encontré con Marcos de la Fuente y Vanesa Álvarez, organizadores del festival poético Kerouac de Vigo, y maquinistas culturales del local La Fiesta de los Maniquíes, que acaban de volver de su estancia en New York. Mira por donde, pasaba por allí otro dinamizador cultural pero de la vieja guardia, el editor Bieito Ledo, que creí bueno que se conocieran por ver si de lo veterano y de lo nuevo salen frutos. Y ya que en Nueva York preparan Marcos y Vanesa otra acción poética, les hablé de un amigo poeta de A Guarda con casa allí que les conviene: Francisco Álvarez "Koki".

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