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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Manuel Conde Corbal, ilustre traumatólogo

En el siglo XIX algunos acontecimientos sentaron las bases de la Traumatología y Cirugía Ortopédica españolas. Primero, se produjo la fusión de la medicina y la cirugía, lo que supuso que ésta alcanzase una consideración científica y universitaria. Segundo, se incorporó la anestesia que permitió una cirugía dirigida hacia conseguir los resultados, antes que la rapidez en función de la habilidad del cirujano. Esto hizo posible el desarrollo de nuevas técnicas, incluso sugeridas mucho años antes, e intervenir órganos menos accesibles. Tercero, se implantó la asepsia y antisepsia, lo que supuso la disminución de la infección de la herida quirúrgica y sus consecuencias. Por último, se descubrieron los rayos X, lo que habilitó mejores diagnósticos y el abordaje directo de la patología ósea. Sin embargo, la Traumatología y Ortopedia no se individualizarían como especialidad hasta los años 30 del siglo XX. Es entonces cuando aparecieron profesionales en las grandes ciudades y algunas capitales españolas, que impulsaron el ejercicio de esta rama de la medicina. Al inicio se caracterizaron por ser cirujanos generales que además cultivaban la Traumatología y Ortopedia. Lo mismo sucedió con otras especialidades quirúrgicas. La Patología Quirúrgica, que formaba parte de la enseñanza universitaria, impuso al inicio, en gran parte, cierta cerrazón y una generalización y falta de diferenciación. Sin embargo, más adelante, como si se tratase de un verdadero tributo, en el propio seno de las cátedras de cirugía nacieron las especialidades. Era el resultado inevitable de lo inabarcable del conocimiento y práctica del todo. Sobre la base de los cirujanos generales, que mostraron una generosidad extraordinaria al facilitar la transición, nuevos expertos cultivaron áreas concretas. El siguiente paso fue que, de forma progresiva, las diferentes especialidades se fueran oficializando entre las asignaturas de la Facultad de Medicina.

En Galicia, en la Facultad de Medicina de Santiago, durante la década de los 60 del siglo XX, Adolfo Núñez Puertas (1917-1999) ejerció la cirugía general y tuvo como una de sus dedicaciones preferentes la Traumatología. Ello no fue óbice para que incorporase jóvenes traumatólogos a su cátedra de Patología Quirúrgica, entre los que estaba un cirujano ortopédico infantil, nacido en (Verín) Ourense y formado en EEUU, Cesar Fernández Delgado (1935-2014), pionero destacado de esta superespecialidad en nuestra tierra. Asimismo, Ángel Jorge Echeverri (1904-1984), catedrático de Anatomía, ejerció la Traumatología en Santiago de Compostela.

En Ourense, desde los años iniciales del siglo XX, los cirujanos generales practicaron la cirugía general y la traumatología. Un ejemplo fue Antonio García Valcárcel (1912-1988), que se estableció en Ourense en 1944, y demostró siempre un elevado nivel profesional y gran calidad humana. El panorama del ejercicio exclusivo de la Traumatología y Cirugía Ortopédica en Ourense se inició en los años 50 del pasado siglo y estuvo copado por unas pocas figuras que brillaron y dieron luz a su especialidad. Este, su escribidor, recuerda a José Ramón Pardinas Pérez del Val, Francisco Diz Ribadas, Manuel Conde Corbal y Arsenio Raposo Lence. Con todos ellos compartió amistad y tuvo la suerte de colaborar en la atención de niños enfermos y pudo comprobar su dedicación y competencia. Todavía hoy podemos disfrutar de la amistad y conversación de Arsenio Raposo, en plenitud física y mental.

El artículo dominical de hoy se lo dedicamos a Manuel Conde Corbal (Pontevedra, 1925 - Ourense, 1988). Fue el segundo de dos hermanos -el primero fue el destacado pintor, grabador e ilustrador gallego, Pepe Conde Corbal-. Era nieto del notable empresario, promotor y político pontevedrés, Benito Corbal Estévez, e hijo del ourensano y emigrante a Cuba, José Condé Pérez y de Trinidad Corbal Souto. Se quedó huérfano de padre a la edad de quince años, lo que le llevó a enfrentarse, en solitario y desde muy joven, con muchas pruebas y retos, lo que hizo con éxito en múltiples facetas de la vida. Lo hizo gracias a que contaba con mucha capacidad, gran afán de superación y elevado carácter vitalista, en sentido integral o, si se quiere, "cósmico" -energía, defensa de la dignidad de la vida, propia, de su familia y de sus compañeros y compromiso social-, cualidades que le acompañaron hasta el final de su existencia. Tales condiciones las demostró primero en los juegos infantiles y después en los múltiples deportes que practicó y en los que destacó y de lo que hablan algunas anécdotas. Como cuando en plena carrera ciclista, ya cerca de la victoria, sufrió una caída, motivada por el agua de un barreño que le arrojó su hermano con intención de refrescarle. O como en una velada de boxeo, ante un KO rápido, aceptó el reto del noqueador y no dudó en subirse a la lona alentado por el público, y enfrentarse con el campeón. O como cuando ya alférez provisional de caballería, sin haberse subido nunca a un caballo, lo hizo obligado para trasladarse al hospital, y más tarde incluso llegó a ganar un torneo de hípica militar.

Después de cursar el bachillerato en Pontevedra, estudió la Licenciatura de Medicina y Cirugía en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), obteniendo el título en 1950. Le siguió la especialidad de Traumatología y Ortopedia, con la singularidad de que su título ostentaba el nº 1 del registro. En el momento de establecerse, declinó hacerlo en Pontevedra y lo hizo en Ourense, para no competir con su amigo, el asturiano Miguel Domínguez. Así, en 1954, montó un sanatorio especializado en la calle de Curros Enríquez, donde ejerció con decidida vocación, abnegación y el reconocimiento agradecido de sus pacientes. Fue también Jefe de Servicio de Traumatología y Ortopedia de la "Obra 18 de Julio" hasta que alcanzó la Jefatura de Traumatología y Ortopedia de la Residencia Sanitaria Nuestra Señora del Cristal de la Seguridad Social de Ourense (hoy Complexo Hospitalario Universitario de Ourense). Tal cargo le llevó a cerrar su sanatorio para una mayor dedicación a su responsabilidad, a la que se entregó por entero sin aceptar condicionamientos. En toda su trayectoria demostró ser hombre de noes a imposiciones absurdas de jefes burocráticos, unas veces incompetentes y otras, movidos por restricciones presupuestarias. Para Conde Corbal los derechos del paciente y la defensa de los médicos y personal que con él trabajaban eran siempre su prioridad. Tal proceder le ocasionó incomprensiones, disgustos y hasta un injusto intento de expedientarlo, más no cambiaron su actitud. Un lance atestigua su modo ser y hacer. En una ocasión un guardia civil impertinente, máquina de escribir en mano, pretendió tomar declaración a un accidentado antes de que fuese curado de sus heridas. Conde Corbal, que atendía al lesionado, zanjó el desatino tirando la máquina de escribir al patio de luces del sanatorio. Entre sus pacientes figuraron gente de toda condición y algunos populares e ilustres. Quiero citar, entre muchísimos otros, al campeón nacional de Karts, Serafín Martíns -al que recuperó de un grave accidente en Ourense- o el cantante Julio Iglesias. No puedo olvidar al que llegó a ser su entrañable amigo, Ramón Otero Pedrayo, al que visitó regularmente en su última etapa y con el que mantuvo una rica e inédita correspondencia. Cuando Otero murió en 1976, fue Conde Corbal quien se encargó de embalsamarlo.

Como traumatólogo su trayectoria fue brillante. Estudió con ahínco, para estar siempre al día. Participó regularmente en las citas más importantes de su especialidad en España, como los "Viernes Traumatológicos" mensuales del Hospital de La Paz y acudió a la mayoría de los Congresos Nacionales e Internacionales, donde siempre era ponente activo, situando a su Servicio, y con ello a Ourense, en el más alto nivel. Organizó en nuestra ciudad importantes simposios en los que colaboraron los expertos más reconocidos de la Cirugía Ortopédica y Traumatológica. Y aprovechaba los actos sociales de estas reuniones para dar a conocer a Ourense, sus lugares, sus monumentos, su gastronomía y su folclore. Es más creó la "Orden del Afilador", que imponía a las personalidades científicas, y daba a conocer a nuestra tierra. Cuando el que les escribe, en 1977, se incorporó a la Jefatura del Departamento de Pediatría y contempló la exigencia de desarrollar las subespecialidades pediátricas, Conde Corbal demostró su espíritu abierto y generoso y apoyó sin reservas la creación de la Unidad de Ortopedia y Traumatología Infantil. Sería el germen de la organización de cursos de esta subespecialidad, en los que coincidirían los más ilustres maestros: Ferrer Torrelles, Munuera Martínez, Palacios Carvajal, Figuera Aymerich, Basto Mora, Palazón de Barreda, Truchuelo Negrete, Esteve de Miguel? así como alumnos de toda España. En su calidad de Jefe de la Unidad Docente de su hospital formó destacados especialistas y, como profesor de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) contribuyó a la enseñanza de muchos alumnos.

Las organizaciones científicas, la administración y la sociedad en general reconocieron sus aportaciones y méritos con distintos nombramientos y distinciones. Entre otras, dejó constancia de que fue designado miembro de las Sociedades Española e Internacional de Cirugía (1953 y 1959), Traumatología y Ortopedia (1953 y 1968) y Rehabilitación (1953), miembro y presidente de la Sociedades de Cirugía de Galicia (1960 y 1966-1970) y de Traumatología y Ortopedia de Galicia (1960 y 1985), miembro fundador y presidente de la Academia Médico Quirúrgica de Ourense (1960 y 1974-1980) entre otros. Recibió la Orden Civil de Sanidad (1970) y la Cruz al Mérito Civil 1973). Su capacidad y compromiso social y cultural le llevaron a aceptar otros cometidos: miembro Fundador del Patronato Otero Pedrayo, miembro del Patronato de la Universidad de Santiago, concejal del Ayuntamiento de Ourense?

Estuvo casado con una ilustre, sensible y cariñosa mujer ourensana, Elisa Tejada, que tengo el honor de que me distinga con su amistad y me facilitó muchos de los datos de este suelto. Con ella formó una feliz e indestructible familia y tuvo cinco hijos, de los cuales, uno de ellos, Manuel Conde-Corbal y Tejada siguió la trayectoria de su padre y es un querido compañero dedicado a la medicina traumatológica y ortopédica en Ourense.

Cuando enfermó del padecimiento que le llevó a la muerte en 1988, le asistieron e intervinieron quirúrgicamente dos de sus amigos, los doctores Figuera y Palacios. La enfermedad, ¡paradójico destino!, fue un tumor óseo, materia en la que Conde Corbal era uno de los más acreditados expertos.

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