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La Biblioteca Circulante

La creación de una biblioteca especializada de altos vuelos, a base de colecciones filosóficas, literarias, pedagógicas y científicas que no podían encontrarse en cualquier otra biblioteca al uso, constituyó un objetivo irrenunciable para el Comité de Cooperación Intelectual.

Esta peculiar biblioteca empezó a configurarse cuando la secretaría del comité se estableció en el Instituto Nacional de Enseñanza Media por deferencia de su director, Bibiano Fernández Osorio-Tafall. Aquel cuartel general ocupó un cómodo local, con entrada por la parte trasera hacia Las Palmeras. Allí se instaló la denominada Biblioteca Circulante.

El montaje se inició en febrero de 1933 y dos meses más tarde se anunció a bombo y platillo su entrada en funcionamiento el lunes 3 de abril. Desde el día siguiente, el comité inició una campaña de divulgación de sus principales fondos por medio de la prensa local, y realizó una invitación general a visitar y conocer sus instalaciones para captar enseguida usuarios y lectores.

Las colecciones Labor y Universal, de Espasa Calpe, considerada la editorial más importante del país, conformaron la base principal de la Biblioteca Circulante, que contó con secciones temáticas de Filosofía, Literatura, Historia, Geografía, Derecho, Política y Economía. De modo particular ofreció una cuidada selección de libros de Pedagogía y Psicología para maestros.

El local abría todos los días, de tres a cuatro de la tarde en invierno, y de cuatro a cinco en verano, y disponía de un servicio de préstamo gratuito para sus asociados. Por una peseta mensual también podían llevarse libros quienes no estaban adscritos a la entidad, pero sí a la Biblioteca Circulante.

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