El abandono de los escaños en el acto de constitución del Área Metropolitana de Vigo (AMV) y la amenaza de contenciosos no son la mejor manera de comenzar el trayecto unitario de los municipios. Politizar la Justicia y judicializar la Política generan crispación innecesaria y son un peligro para la salud pública, sobre todo cuando lo que se juzga es la puesta en marcha de una institución que tiene base legal para poder trabajar, tal es el caso del AMV que inicia su andadura bajo la amenaza del desencuentro entre justicia y política. La judicialización de la política arruina la neutralidad institucional de los jueces, pues involucra a la Justicia en los conflictos y enfrentamientos políticos. Un partido político no puede ser un bufete de abogados especializados en la habilidad acrobática de la permanente supervivencia electoral. Sería un error plantear el AMV como un aparato político que da rienda suelta a la imaginación electoral, tras el gallo de las canceladoras de billetes bus.

El transporte público del AMV es el sistema nervioso más importante y el mayor plan de movilidad de Galicia, por lo que debe ser esta institución metropolitana la que diseñe las líneas maestras para este transporte, sin ocultar las responsabilidades técnicas y económicas que la Xunta tiene con la parte que le corresponde en el transporte metropolitano -ya que otras autonomías perciben subvenciones por este concepto-, al igual que el Concello de Vigo con la concesión de Vitrasa. Ya lo advertíamos desde estas páginas de FARO: el programa acordado por la inmediatez para el transporte metropolitano tiene carencias y nada tiene que ver con el futuro organismo destinado a coordinar y unificar la movilidad para la población de seiscientos mil habitantes.

Sobre la mesa de la nueva autoridad metropolitana está la planificación de infraestructuras y los servicios del transporte público, suscripción y ratificación de convenios para financiar el sistema de transporte, aportaciones de las administraciones públicas, celebración de posibles contratos, calidad y publicidad de los servicios y otros. El AMV todavía encontrará muchos obstáculos en las próximas reuniones, hasta la creación del organismo que controle y gestione el frente de la movilidad metropolitana.

En el marco del agotamiento provincial todos los partidos deben asumir la renovación del modelo municipal y contemplar un cambio de rumbo en las relaciones intermunicipales para lograr acuerdos instrumentales en el ordenamiento y la ejecución material del nuevo territorio metropolitano. En ninguno de los municipios metropolitanos hubo opiniones que estuvieran en contra para iniciar juntos una nueva trayectoria, que ahora pueda justificar el abandono de las bancadas de la recién inaugurada institución metropolitana.

Hay momentos cumbres en la historia de las ciudades en los que el código de los intereses colectivos debe incluir el coraje y el valor para poder abordar el programa unitario del futuro institucional.