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desde mi atalaya

Manuel Torres

Santa María del Puerto

Para cumplir con la tradición, y por lo tanto que no pase desapercibido el día de nuestra Patrona: Santa María del Puerto, escribimos estas líneas con motivo de la fiesta grande de nuestra secular villa.

Quizás porque nuestro silencio en tan singular efemérides local, pudiera ser interpretado como olvido o dejadez de nuestras viejas convicciones, y aun como signo de indiferencia de los sentimientos, afanes e inquietudes que alientan en el espíritu de todo buen marinense, y nada más lejos de nuestro sentimiento, por el contrario el tiempo refuerza aún más nuestro amor al pueblo nativo, a sus gentes, a su historia y a sus tradiciones. Por ello tomamos la pluma con una honda emotividad, y dejamos a un lado la necesidad de consultar viejos documentos, descifrar pergaminos o transcribir anónimos "tumbos". Eso quedará para otra ocasión, ya que muchos entuertos históricos quedan por "desfacer", y seguro algún que otro agravio reparar.

Tradición mariana de larga tradición sentida y venerada, que los marinenses de todos los tiempos han conservado a nuestra celestial Patrona como prueba de su filial amor y reconocimiento a sus repetidos favores. Tradición mariana la nuestra que se remonta a los primeros tiempos del Medievo, cuando todavía Marín no había consolidado su primer núcleo de población, allá por los remotos tiempos del siglo VI, ya con una Ermita dedicada a Nuestra Señora de la Guía, alzada en el promontorio que más tarde se desarrollaría el perímetro urbano de nuestra villa, verdadero hito que abre el secular acontecer de nuestra historia. Esta primitiva advocación mariana perdura a través de los tiempos llagando hasta las postrimerías del siglo XI.

Con la instauración del Priorato de Osera, la primitiva ermita se transforma en Iglesia prioral con el nombre de Santa María del Puerto de Marín, cuya denominación llega a nuestros días, conservando la fe mariana de los marinenses a través de las vicisitudes de los tiempos, sin merma alguna de su pureza y fervor, que invocada por nuestros pescadores del "xeito" y la "traiña" en sus tareas del mar, que alentó a nuestros navegantes a surcar los mares y que acompañó a muchos marinenses formando parte de las expediciones de conquista del Nuevo mundo, que sostuvo la esperanza del retorno a tantos emigrantes que acaso no pudieron volver.

Santa María del Puerto de Marín que en su celebración reúne a los marinenses ausentes en torno a los lares de sus antepasados, en la costumbre del "xantar" familiar, lleno de vivencias y recuerdo.

Desgraciadamente hoy, de este sentimiento nos queda un triste recuerdo, tan leve que ni siquiera celebramos nuestra Patrona con la alegría y variedad de actos y esplendor de entonces.

Por ello convendría recapacitar sobre este triste abandono de la historia y la tradición para recomponer nuestro futuro. Donde quedaron nuestras Fiestas Patronales. ¡Qué hace la corporación municipal por mantener nuestras tradiciones!, nada. Pues así nos va. ¡VIVA LA PATRONA!

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