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Ceferino de Blas.

Tres novelas a la vez

Está leyendo tres novelas a la vez, pero en soportes diferentes. Una en el móvil, y aprovecha cualquier momento, desde la cola del supermercado a la del autobús o incluso en el ascensor si se demora.

La segunda en la tablet, y es a la que dedica más tiempo durante el día. La tercera en el Kindle, su ebook, y es la que lee en la cama.

Obviamente se trata de un lector, lector: de los que acumulan tantos libros en la casa que ya no caben en las estanterías ni en los rincones habilitados como biblioteca que también han sido invadidos. Como Chesterton, ya solo lee novelas policíacas.

No dispone de más espacios para los libros, debido a la impenetrabilidad de los cuerpos y ha derivado hacia las nuevas tecnologías, lo que no hace mucho tiempo le parecía sacrílego. Es de la generación de la letra impresa y la bibliofilia, de sentir la tersura del papel y apreciar el arte de la tipografía.

Pero ante el dilema de leer, se ha pasado a las pantallas. Las considera como los electrodomésticos: están para facilitar las cosas, y eximen de andar cargado. Basta un móvil que se lleva en el bolsillo.

No le preocupa estar a la última, porque los libros son para apreciarlos no para exhibirse con los últimos títulos. Máxime si se trata de novelas de ficción, no de ensayo o biografía que justifican interesarse por las novedades.

La novela, si es buena y no coyuntural, aguanta el paso del tiempo, y tanto vale si es del 2000, de tres años atrás o recién salida de la editorial.

Aunque los soportes permiten optar por cualquiera de ellas indistintamente, ya que están interconectados, aplica un método para no liarse. En el móvil lee una novela de Lorenzo Silva, "El alquimista", un relato en el que intervienen sus principales personajes el suboficial Bevilacqua y la agente Chamorro, dos miembros de la Guardia Civil, el cuerpo de policía que ha popularizado el autor. Con gran acierto.

En la tablet se entretiene con la novela del escritor cubano Leonardo Padura, "Pasado perfecto". Su protagonista es un teniente de policía, Mario Conde y su ayudante, el sargento Manolo Palacios.

De noche se ilustra con la sapiencia histórica de la escritora canadiense Louise Penny, en su última obra, "Enterrad a los muertos", cuyo protagonista, y de toda la saga, es el jefe de la Sureté de Quebec, inspector Armand Gamache.

El nexo entre las tres novelas es doble: uno técnico y otro literario. En el primer caso, iPhone, iPad y Kindle están interconectados, y se puede leer indistintamente en cualquiera de ellos, con la paginación siempre lista, porque se traslada automáticamente el texto leído al terminal que se utilice en ese momento. Gracias a Steve Jobs

El segundo es el género y la vinculación temática. Los tres autores son "mediterráneos", aunque pertenezcan a países tan distantes como España, Silva; Cuba, Padura; y Canadá, Penny, y los ambiente de sus ficciones sean diferentes como el clima de sus escenarios. Secano de Guadalajara, en Silva; humedad de La Habana, en Padura; y nieve, frio y hielo, en el Quebec de Penny.

Reconforta de los autores que sus protagonistas sean íntegros, con convicciones, de fiar. A diferencia de la moda de las series y los guiones de éxito, que humanizan tanto a sus actores que los policías son una mezcla de delincuentes y defensores de la ley, que nunca se sabe por dónde pueden derivar. A veces auténticos desechos humanos, que es imprevisible porqué acaban haciendo lo que se espera.

Los personajes de Silva, Padura y Penny son policías de los que puede sentirse satisfecha la humanidad. Personajes cultos, que aman la literatura y la música, la buena cocina, tienen principios y sensibilidad. Y el tipo de delito - el crimen y la subsiguiente investigación- no aparece con tintes morbosos, al estilo de las ficciones nórdicas tan en boga.

Lástima de no poder compaginar algún título de Donna León, y su inspector, Guido Brunetti, uno de los predilectos. ¡Pero cómo se pueden leer cuatro novelas a la vez y no estar loco!

En el fondo, al lector, lector, le remuerde no hacerlo en papel, pero se impone la comodidad y la necesidad.

Tras lo dicho, si ven a alguien en la cola del autobús enganchado al móvil, no necesariamente está buscando un pokemon o inmerso en un juego digital. Aunque sea raro, puede estar leyendo un libro. Son las ventajas de las nuevas tecnologías, que permiten aprovechar los tiempos muertos.

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