Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El riesgo

Se mire como se mire, es difícil discutirle el presidente Pérez Touriño alguna de sus tesis expuestas en un reciente acto parlamentario. Sobre todo una; la de que el modelo territorial español necesita una reforma urgente -y pactada- para ajustar el espíritu constitucional a las necesidades actuales, muy diferentes a las de 1978, cuando se aprobó la Carta Magna. Es, más que una opinión un hecho, y los hechos suelen ser tercos.

En el caso de la intervención de don Emilio, hay un denominador común que le honra: además de su talento, el talante auténticamente conciliador que, sin chocar con sus propias ideas, se precisa para hacerlas compatibles con otras diferentes. Y la claridad con la que aprecia, aún sin decirlo expresamente, la urgencia de la necesidad de cambiar también los modos de hacer política en España y en Galicia.

El presidente del bipartito, muy criticado en determinados momentos y en varios de ellos quizá con injusticia, "pecado" que solo se aprecia tiempo después de cometido, habla por experiencia, pues conoció y padeció de primera mano las dificultades de encajar en un mismo esquema estrategias y tácticas opuestas que a veces parecían procedentes de gobiernos diferentes y adversarios y no de socios y aliados.

Son la menor intención de reescribir la historia, es evidente ahora que don Emilio -que mantuvo una cierta línea propia en un partido, el PSOE, hoy entregado y sumiso a las instrucciones que emanan de la dirección federal, resulta aún más valioso en su institucionalidad de lo que lo fue en su actividad ejecutiva. Porque un país debe aprender, y nadie mejor para enseñar que quienes tuvieron máxima participación en aciertos y errores,

Es por eso por lo que debiera tenerse en cuenta la opinión del señor Touriño. Y en lo que al modelo territorial se refiere, su tesis de que solo una reforma a fondo modernizadora y consensuada desde la lealtad puede resolver el problema político y legal actual de convivencia en un Estado parece un planteamiento adecuado, aparte los matices.

Ocurre, y el señor Touriño lo sabe muy bien, que si hay algún modelo político complicado para llegar a acuerdos sustanciales que afectan e importan a todos es el español. Pero no por un defecto genético o una maldición bíblica sino por la mezquindad general de sus políticos. Por eso, quizá, su papel actual convendría que fuese el de referente de un peligro que padeció en sus carnes y que en su partido, hoy, tiene poco de lejano. Sería un servicio impagable para sus propios compañeros y, sobre todo, para este país.

¿O no?

Compartir el artículo

stats