En el informe Ardán de la Zona Franca de Vigo presentado esta semana se incluye un apartado dedicado a los factores determinantes de la competitividad de Galicia. Entre ellos toca hablar de la inversión en infraestructuras. Y toca hacerlo por su relevancia, pero también porque es importante acabar con algunos mitos y centrar el debate. En el gráfico adjunto se comparan las cifras para 2012, últimas disponibles, con las de 2007, el ejercicio previo al arranque de la crisis. El avance es muy sustancial y, con total seguridad, con datos para 2016 será significativamente mayor. Porque Galicia ha seguido siendo una Comunidad prioritaria en los planes de inversión en infraestructuras de transporte de la administración central desde 2013 y porque los recortes en inversión de la Xunta han estado por debajo de la media autonómica. El diagnóstico es, por tanto, positivo en este frente, con un peso de las infraestructuras sobre el total español que se sigue acercando al 8% del total, desde la remontada que llegó con Zapatero y Pérez Touriño y ha continuado con Rajoy y Núñez Feijóo. Recuérdese que no llegamos al 6% de la población y la superficie de España y estamos ligeramente por encima del 5% del PIB.
Con estos datos en la mano no parecen sustentarse las voces críticas que alertan sobre una discriminación sistemática y generalizada de Galicia en España. Pero ese avance cuantitativo es compatible con déficits importantes en materia de intermodalidad e interconexión de infraestructuras; en su coordinación, especialmente en lo que atañe a puertos y aeropuertos; en la falta de análisis ex-ante de rentabilidad social independientes y rigurosos, que seguramente habrían arrojado serias dudas sobre algunas de las inversiones; y en los servicios finales que ofrecen a empresas y ciudadanos.
*Director de GEN (Universidade de Vigo)
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@SantiagoLagoP
