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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El margen

Aunque, en un primer análisis, los resultados electorales del PP en Galicia son excelentes, hay algunos observadores que, sin otro objetivo que profundizar en los datos, matizan detalles que podrían retocar algunas conclusiones. Y desde luego moderar la alegría -que en casos concretos parece euforia- expresada por dirigentes de ese partido ganador, pero al que podría sucederle lo que ya padeció antes: que la victoria se quede corta para gobernar.

(Cuando se habla de euforia, conste, no se alude a alguien concreto, pero tampoco se excluye a nadie. Y por otra parte es lógico que todos estén contentos, pero sin olvidar que el éxito -moral y numérico- de Rajoy es más atribuible a pesar de todo al presidente en funciones que a ningún otro de los que le han ayudado. Que, por otra parte, era lo que les correspondía hacer; y aún más, porque cuatro años atrás la mayoría Popular fue absoluta.)

En ese sentido, el presidente Feijóo, que como candidato a seguir en el cargo sabe tan bien como el que más cuán difícil es lograrlo, moderó su satisfacción y eludió -con razón- extrapolar cifras. Y, por lo que se ha sabido -como siempre, poco- de sus intenciones para afrontar la batalla electoral, es consciente de que para seguir en Monte Pío habrá de proponer algo más que obviedades y entrar a fondo en la renovación de ideas y seguramente de personas.

Item más, el margen de confort para no sufrir más de lo necesario en el recuento final pasa por dar solución al hecho de que un gran sector del voto joven se queda en casa o apoya fórmulas extremas por la desesperación que le produce la falta de soluciones reales a sus problemas específicos. Y, claro, el exceso de palabrería que tan habitual es en el oficio político.

Para eso están las ideas que ilusionen, aunque parezcan utopías. Aquello que gritaban los estudiantes de medio mundo contagiados por la fiebre francesa de Nanterre -"seamos realistas, pidamos lo imposible"- se reactualizó en el mejor de sus sentidos durante la gran crisis de este siglo y sirve, de algún modo, para que quienes deben atiendan esa llamada de auxilio de forma que convenza.

Hay muchos que piensan que don Alberto debe retomar el ímpetu que contra los excesos y la corrupción mostró a su llegada a San Caetano, allá por el 2009. Y hacer más gallego su partido para abarcar un campo que Manuel Fraga supo sembrar. En definitiva, encabezar el rearme moral de una sociedad que cada vez da más muestras de desánimo y desilusión, ahogada por las dificultades del vivir diario.

Por emplear de otro modo una célebre frase, si así lo hiciera, el pueblo se lo premiará; si no, las pasará canutas.

¿Eh...?

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