Pues, la verdad sea dicha, no parece una buena noticia ésa que habla de un frenazo en las expectativas del turismo gallego, que pasaría a ocupar el décimo lugar en el ranking de las autonomías en ese sector. Mala noticia sobre todo si se piensa que llega al gran público precisamente ahora, en la apertura de la temporada alta, que es cuando los touroperadores se ponen a tope.
Hay un elemento que sorprende. Conste: al fin y al cabo, este antiguo Reino es el que más banderas azules -símbolo de belleza y cuidados que la UE concede a los mejores- y por tanto debería funcionar como imán para visitantes, Al menos en verano, pero se ve que ni así; y eso que el cambio climático también ayuda: para bien o para mal, está a punto de hacer pasar a otra vida tópicos que perjudican al turismo gallego, como la lluvia cuasi permanente y un calor demasiado moderado.
Con esos datos y su contraste, es evidente que algo falla. Y probablemente no tanto en lo que han hecho los responsables de que no ocurriese sino en lo que han dejado de hacer. Porque si lo natural bien cuidado da resultado positivo habría que complementarlo con una mejor tarea en lo artificial. Suena a tópico, pero en el fondo es la realidad misma.
Los autores del trabajo apuntan como motivo del frenazo del turismo gallego un dato medible: la baja productividad del sector. El argumento ha sido tan manejado y desde tantos ángulos que se ha vuelto un cajón desastre, pero debe tenerse en cuenta y ponerle remedio.
Ciertos especialistas recuerdan que eso es lo que reclaman de antiguo y denuncian que hasta ahora ni se les ha atendido, pero no consta siquiera la recepción de la crítica. Sea como fuere, ahora sí constará, sobre todo en la Secretaría de Turismo de la Xunta, que dirige Nava Castro, mujer que hace lo que sabe y sabe lo que hace, y que además tiene experiencia municipal, que es arte que el sabio aconseja no desdeñar. Pero debiera, y es solo una opinión, ponerse las pilas, porque ni siquiera Santiago podría por sí solo arreglar lo que carece de recursos suficientes.
¿No?
