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Profesora de Organización de Centros Educativos en la Facultad de Ciencias de la Educación de la USC

Las vueltas del calendario escolar

Las últimas noticias sobre la propuesta de un nuevo calendario escolar en Cantabria hacen que la estructura del curso académico sea objeto de debate. Las opiniones expuestas al respecto por los sindicatos de profesores y por las asociaciones de padres y madres no coinciden. ¿Cuál es la validez de los argumentos expresados en cada caso?

La concreción del calendario académico en cada país depende de múltiples factores. Entre ellos se pueden destacar la cultura y la costumbre, la climatología o la organización administrativa de la que esta decisión depende. En todo caso, nos encontramos con que el curso escolar no comienza ni termina de forma uniforme en todos los países, y tampoco es uniforme entre ellos la distribución del tiempo lectivo y de descanso durante ese período.

Respecto al inicio del curso escolar en el marco europeo, países como Suecia, Noruega o Finlandia son los primeros en comenzar a mediados del mes de agosto, y otros como Malta o Grecia lo hacen a mediados de septiembre, aunque la mayoría lo hace al inicio de este mes. Estas variaciones están estrechamente relacionadas con el clima y, aunque este no sea el único factor en la toma de decisiones, las discrepancias en este asunto no suelen ser objeto de debate.

Diferente consideración se otorga a la distribución de los períodos lectivos y de descanso dentro de cada curso escolar. En nuestro caso, tenemos dos grandes bloques, uno vacacional y otro lectivo que incluye períodos de descanso que no son homogéneos en duración y cuya existencia podemos relacionar con la cultura, la tradición y la continuidad normativa; es el caso de las vacaciones navideñas o de la Semana Santa. Esta distribución temporal no es la seguida por la mayoría de nuestros países vecinos que se decantaron por un calendario en el que se alternan bloques lectivos con bloques de descanso más prolongados. El modelo más repetido en Europa es el constituido por cinco bloques lectivos de dos meses de duración cada uno, intercalados por cuatro periodos de descanso de dos semanas de duración en cada caso, y un período más largo de descanso entre cursos. Este es el modelo que se propone en Cantabria.

Existen diversas perspectivas desde las que podemos analizar la distribución del calendario escolar. Cada una de ellas contempla la distribución del tiempo dedicado a la docencia y el descanso en función de su ámbito de conocimiento. Así podemos encontrar una perspectiva psicológica, pedagógica, social o cultural, entre otras. La validez del razonamiento utilizado para apoyar o no un determinado modelo temporal viene dada por la existencia de una conexión entre el argumento utilizado y los fines reconocidos en la normativa educativa. Esto es: en qué medida el razonamiento seguido para proponer un calendario escolar nos sirve para facilitar el logro de los objetivos educativos, y no para otra cosa.

En este sentido cabe también hacer una reflexión sobre el sujeto en el que realmente se piensa cuando se propone o sigue un calendario escolar concreto. Recordemos que, en el modelo educativo actual, el sujeto fundamental es el alumno y, por tanto, la toma de decisiones debería fundamentarse en los conocimientos que colocan al alumno como protagonista del proceso educativo.

Existe investigación realizada sobre la incidencia de la variable temporal en los alumnos en cuestiones como: el rendimiento, la fatiga, el interés, el estrés, la inclusividad? La discusión debería centrarse en la importancia de unos factores sobre otros a la hora de elaborar un calendario escolar que realmente contribuya al progreso académico y personal del alumno, esto delimitaría legítimamente el debate sobre el modelo de escuela que queremos. Otro tipo de argumentos al margen de estas cuestiones, como los respectivos calendarios laborales del resto de la comunidad educativa, aún siendo también importantes, no pueden constituirse como componentes centrales en la toma de decisiones.

El éxito en la elección de un determinado calendario escolar no viene dado por los resultados académicos de otros países en los que se esté utilizando una distribución temporal del curso similar. Este elemento interactúa con muchos otros para producir determinados resultados, por ejemplo: la distribución de las horas en la jornada escolar (la jornada única no es la mayoritaria en Europa) o el número total de horas lectivas durante el curso (que no es el mismo en todos los países), por citar algunas cuestiones.

La consecución de los fines educativos y la consideración del interés del alumno como pieza central del proceso de enseñanza-aprendizaje, deberían de ser los elementos de guía utilizados para la toma de decisiones. Este modo de proceder contribuiría a la aproximación de posturas entre los interlocutores y, por descontado, a la coherencia y efectividad de los elementos que constituyen el sistema educativo.

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