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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Y dale con Venezuela

Parece haber pasado una eternidad, pero fue hace apenas tres años cuando Pablo Iglesias declaró a la televisión gubernamental de Venezuela que el régimen chavista era un ejemplo para los atribulados países del sur de Europa. "Cuando Chávez estaba vivo era un peligro para los poderosos; pero muerto es invencible", añadiría en su propio programa de tele el ahora líder de Podemos.

Más emocionado aún, su colega Juan Carlos Monedero le hizo también un obituario en clave lírica al líder de la Revolución Bolivariana. "He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos. Querer a Chávez nos hace tan humanos, tan fuertes?", escribió Monedero en frase que algunos críticos sin duda imperialistas pretendieron reputar de cursi y telenovelera.

Tres años después se preguntan en Podemos por qué sus contrincantes electorales tienen tanto interés en hablar de Venezuela. Hombre, pues no haber sacado el tema en su momento.

Razones no les faltan, desde luego cuando califican de desmedida -y sospechosa- la preocupación que el país latinoamericano suscita ahora mismo en España. Pero nada de esto hubiera ocurrido, probablemente, si Iglesias y sus colegas no dedicasen antes tanto tiempo a hacer el panegírico del régimen de Chávez. Y menos aún si el jefe de Podemos no hubiese citado al chavismo como referencia de cambio para las naciones de la Europa sureña que, a su juicio, padecen "gravísimos déficits de democracia". No como en Caracas, claro está.

Dado que España se encuentra más o menos por esas coordenadas geográficas meridionales, parece lógico que los españoles se interesen por el modelo que Iglesias pretende -o pretendía hasta ahora- implantar por aquí. Más que nada, porque este fan de Chávez es uno de los candidatos a presidir el Gobierno de España y hasta pudiera ocurrir que se cumpla su deseo en las próximas elecciones.

Como se sabe, el partido de Iglesias y asociados fue respaldado el 20 de diciembre por cinco millones de electores que lo alzaron a la condición de tercera fuerza más votada entre las que concurrían a la subasta parlamentaria.

No es aventurado conjeturar que, tras su pacto con Izquierda Unida, Iglesias vea medrar su número de votos y hasta supere a los del PSOE. De ahí a La Moncloa no hay más que un breve trecho a recorrer. Si los dos partidos de la izquierda han suscrito ya acuerdos en consistorios y reinos autónomos, lo lógico sería que lo hiciesen también -de tener oportunidad aritmética- para formar Gobierno en Madrid.

No solo sus contrincantes electorales, sino el público en general están, por tanto, en su derecho a que se les aclare si el candidato Iglesias sigue manteniendo -o no- su idea de que el régimen chavista es el ejemplo más apropiado a seguir en este país del sur de Europa. Tampoco es que se pida demasiado. Con desdecirse de lo dicho en alguna de las teles que sin duda le prestarán sus micrófonos, bastaría para tranquilizar a aquellos que puedan sentirse inquietos por lo que Iglesias afirmaba hace tres años.

Salvo, claro está, que sus votantes de diciembre le dieran la papeleta a Podemos para avalar conscientemente la implantación del socialismo del siglo XXI en España. Si tal fuera el caso, ninguna razón hay para que Iglesias se moleste por las constantes alusiones a Venezuela de sus rivales en las urnas. Aunque ya aburra un poco tanta noticia venezolana, para qué vamos a engañarnos.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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