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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los olvidos

Pues la verdad es que, dicho con todo respeto, la señora ministra de Fomento, que ha dado muestras más que suficientes de que va en serio en lo del AVE gallego, entenderá que tal como están las cosas, en Galicia mucho margen para la tranquilidad en cuanto a plazos y proyectos no queda. Y es que tanta reiteración en que todo está atado y bien atado suscita alguna duda, vistos los precedentes, a pesar de que los sentaron otros.

Es cierto que en el Derecho Internacional Público se maneja la teoría de la sucesión de Estado para garantizar que quienes llegan asuman ciertos compromisos de los que se van o se atengan a efectos negativos. Pero obliga a gobiernos de países distintos, no a los que se relevan en el propio; de ahí que muchos de los nuevos lo primero que hacen es anular decisiones de los antiguos, que es lo que podría suceder aquí.

Y no se trata de especular sin más. Ya hubo quienes durante el interregno desde el 20/D, y antes, defendió -en concreto Rivera, el jefe de Ciudadanos, aparte de algunos socialistas y los soberanistas catalanes- la paralización de grandes obras en marcha para Galicia -lo que, aun así, les aportó un escaño en A Coruña y el préstamo de otro en Lugo- para dedicar sus presupuestos a fines "sociales", que suele ser la demagogia con la que determinados advenedizos camuflan su ignorancia.

Queda dicho que no se trata de sospechar que doña Ana Pastor vaya a incumplir sus compromisos, muchos de los cuales están ya en marcha efectiva y/o administrativa. Pero los precedentes, si bien de otros, demuestran que ni eso blinda las cosas; el AVE gallego padeció cambios de licitación en Angrois cuando era ministro Blanco López, en el gobierno de Zapatero.

Y algún ejemplo más, sobre promesas olvidadas en el cajón lo aporta el mismo gobierno con las referentes al enlace ferroviario con el Puerto Exterior de Ferrol. Detalles esos, y otros más -sobre la Cidade da Cultura, formulados por el propio don José Luis en persona- que, cabría añadir para evitar sobre todo que esos casos se olviden y haya quien vuelva a tropezar en la misma piedra.

Item más: con el déficit obligando a recortes en áreas de inversión en obra pública para no meter mano -sea quien sea el que hubiere de hacerlo- en otras políticas, tiene cierta lógica pensar en que habrá menos dinero para gastos varios y así no disgustar a la UE. Y eso, guste o no guste, es lo que le mete el temor en el cuerpo a los gallegos, acostumbrados a que a la hora de los olvidos se les sitúe en la primera línea de afectados. Y dicho con total rotundidad: ya está bien.

¿No...?

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