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Tienes tres mil amigos y mueres solo

La soledad de José Ángel de Vigo

José Ángel, el vigués que murió recientemente en la soledad de tres mil amigos y enterrado en el silencio, con el número 113 en el Cementerio de Pereiró, vio pasar la vida con los ojos de Facebook, sin mirarla y sin vivirla. El descubrimiento del cuerpo sin vida se produjo ante la ausencia de respuesta, a través de ese medio que aparentemente tantos "amigos" nos proporciona y que se ha convertido en la cantera del narcisismo. Nadie reclamó su cuerpo.

Mientras leía la noticia en el periódico, un amigo me comentaba que el mundo está lleno de soledad como la de José Ángel de Vigo. A pesar de tantos miles de amigos y otros miles más de "me gusta", la sociedad nunca se ha visto tan sola y aislada. Soledad de gentes que tienen graves trastornos en su persona, pero muy graves y serios. Lejos de tratarse o abrirse al mundo, lo que hacen es acrecentar su problema refugiándose en la red y creando vidas paralelas en un colectivo contaminado por el mismo fracaso de soledad: Comparto, luego soy. La red es un tremendo imán a donde van a parar muchas frustraciones de buenas gentes, que no tienen amigos, como José Ángel que ha preferido la conexión a la conversación.

La muerte anónima de nuestro vecino vigués nos alerta del peligro de la desaparición real de la comunicación con las gentes que conocemos, con la sociedad. Y nos enganchamos en nuestro "muro de las lamentaciones" de Internet como válvula de escape para reparar nuestro dañado ego y aireando intimidades. Una de las vertientes negativas de las redes sociales es que han creado síntomas que antes no sufríamos. La soledad se ha vuelto una enfermedad.

Por lo general, una persona que no tiene amigos cree que el problema está en los demás, en las rarezas de los demás que forman un mundo cruel. Cuando el problema que sufren son ellos mismos, encerrados en el único diálogo que admiten. El de uno mismo. Ya son demasiados quienes huyen del contacto personal que humaniza las relaciones sociales, que no admiten ni el mensaje de voz y se ocultan tras una sola mentira escrita en su pantalla para poner en duda todas las verdades. Prefieren vivir en la incertidumbre y la tortura, hasta encontrar su propia muerte, física como la de José Ángel de Vigo o intelectual.

El activismo de sofá introduce a las gentes en internet y a muchos los transforma en lobos solitarios. No saldrán jamás de casa. Dejarán de leer libros y dialogar con aquellos amigos directos. Su problema de personalidad quedará atrapado en su nuevo mundo virtual. ¿Por qué ya no tiene amigos? Todo tiene una razón de ser y un sentido.

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