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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

El fútbol y la filosofía

Cualquiera que haya leído las decenas de obituarios elogiosos que se han escrito sobre el fallecimiento de Johan Cruyff podría creer que en vez de un futbolista genial y de un entrenador de éxito se trataba de un pensador famoso. Porque las palabras más utilizadas para glosar su figura fueron "filosofía", "sistema", "estilo", "esencia", "totalidad", "armonía", "juego", "concepción", y "principios", más propias del arte de razonar que del de darle a la pelota con el pie. Sea lo que fuere, futbolista o filósofo (o las dos cosas a la vez), miles de personas le dieron un último homenaje en Barcelona, la ciudad de su residencia, y los medios nacionales e internacionales le dedicaron amplios espacios.

Pero los discursos más emotivos fueron los del presidente de la Generalitat y del presidente del Real Madrid. Según Carles Puigdemont "no tenemos derecho a olvidar las aportaciones de Johan en nuestra mirada colectiva sobre el mundo y el futuro. Su apuesta por el talento que se esfuerza en generar belleza y felicidad es una actitud, son unos valores, de los cuales tenemos que aprender". Y según Florentino Pérez, "Cruyff es una de esas personas que no se deberían morir nunca. Algunos dicen que cambió el fútbol del Barça, pero yo digo que cambió la historia del fútbol en general".

Fuera de entretener nuestro tiempo en indagar cuáles sean esas aportaciones o saber cuáles, y por qué motivos, algunas personas tendrían derecho a no morirse nunca, lo cierto es que el fallecimiento de Johan Cruyff fue noticia de cabecera en la mayoría de los medios. Ahora bien, al margen de emotividades, habría que preguntarse si hay que dar por cierto que Cruyff cambió la historia del fútbol en sus sucesivas, y exitosas, etapas de jugador y entrenador. Y la respuesta tiene que ser muy matizada. En un deporte de equipo, como es el fútbol, cualquier afirmación categórica en ese sentido adolece de vocación de objetividad.

Jugadores excepcionales (Di Stefano, Pelé, Maradona, Garrincha, Cruyff, Eusebio y ahora Messi) hubo unos cuantos, pero es muy difícil no relacionar su talento con la trayectoria de un equipo integrado por otros jugadores no menos excepcionales (Real Madrid, Barça, Benfica, Ajax, Manchester, Honved, Inter, Milan, Santos, River Plate, etc., etc.). Lo que viene a confirmar que un solista nunca podrá aventajar en prestaciones a una orquesta sinfónica dirigida, además, por una buena batuta.

En cuanto a si cabe atribuir a Cruff la implantación de un sistema de juego novedoso, pues también habría que utilizar parecidas cautelas. Porque lo que luego se dio en llamar "fútbol total", es decir, el que requería extremos veloces y pegados a la raya de cal, centrocampistas versátiles que supieran mantener la pelota, defensas que sacaran al balón jugado desde atrás, y porteros que se manejaran bien con los pies, ya se practicaba antes de que Cruyff lo dibujase en la pizarra. Y él lo aprendió en el Ajax de Ámsterdam, donde lo habían impuesto como estilo marca de la casa el inglés Jack Reynolds y el rumano Stefan Kovacs, que llevó el equipo a su mayores éxitos europeos y mundiales. Un libreto que luego siguieron al pie de la letra Rinus Michels, Van Gaal y Reykjard.

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