Yo lo vi al frío por vez primera a eso de las 10 desde el calor de mi casa, Estaba sentado en la Plaza de la Princesa ante la puerta del local de Servicios Sociales del Ayuntamiento, cerrado a cal y canto. Me asomé a medianoche, frío y lluvia en la ciudad y ya casi nadie por la calle y allí seguía, con una vestimenta reforzada para paliar los efectos del frío y el agua. Ni un trozo de piel se le veía asomar mientras intentaba dormir. Delante, un cartel imposible de leer desde mi distancia pero que tampoco leía nadie en aquella plaza solitaria, recogidas sus terrazas y cerrados sus bares. De repente se mueve, veo que está al menos vivo. Una mujer se acerca, duda si decirle algo, se marcha dudosa creyendo que está dormido. Pasa gente joven de fiesta con cantos alegres. Ni mirarlo. Cuatro de la mañana. Me despierto, me asomo otra vez y sigue ahí, como rígido e inerte. Nueve y media de la mañana, llueve, día gris e inclemente. Sigue ahí, supongo que aterido de frío y humedecido hasta los huesos; alguien le dejó un paraguas y le hizo moverse unos metros para que no molestara en la entrada de esos servicios sociales en los que se ve un letrero: "Non calemos". Él no habla. Está ahí, no sé si protestando, no sé si sin casa y con todos sus bienes en unas bolsas que lo rodean. No sé si con razón o sin ella. Quiero pensar que es un loco para tranquilizar mi conciencia de ciudadano. No sé.

Amadora "larga" el domingo

Acabo de hablar con Dorotea Bárcena, aquella "Amadora" en la TVG con Os Tonechos, una de las grandes del teatro gallego actual como actriz, directora o dramaturga, aunque ahora tiene tan poca movilidad física que tuvo que dejar lo que más amaba. Vive en Santiago, Oviedo es su cuna pero Vigo es su ciudad amada. Yo la recuerdo en los años 70, cuando empezó con Esperpento en Vigo, y en los primeros años de este siglo como directora de Teatro na Lúa. Le acabamos de hacer sus Memorias y saldrán el domingo en nuestro suplemento. Os las recomiendo por bellas y conmovedoras.

Amaia, viguesa pero mundial

Y ayer hablé de Luis María de Meñaka, que me tocó de vecino en un tren, y a quien extrañado le sorprendí leyendo la revista Glamour de este mes. Claro, amor de padre. En esa página 102 aparecía ocupándola toda su hija, la viguesa Amaia de Meñaka, seleccionada como parte de una nueva generación de mujeres jóvenes y muy preparadas que está renovando el mundo del arte con su trabajo como comisarias. Debe tener 31 años pero esta olívica residente en Madrid, que estudió Bellas Artes en Pontevedra e hizo su Master en Mercado del Arte, ya fue coordinadora de proyectos internacionales de Ivory Press y hoy forma parte de V15, empresa de diseño y montaje de exposiciones,y de una plataforma, Wecollected Club, que fomenta el coleccionismo. ¡Aúpa Amaia, viguesa en el mundo!